Entrevista

Marcelo Belmonte, de Grupo Peñaflor: "Tenemos que abrirnos más al mundo"

El director de Viticultura y Enología del Grupo Peñaflor habló sobre los cambios y las oportunidades que ve en la industria y planteó el objetivo de convertirse en una de las cinco bodegas más importantes del mundo.

Marcelo Belmonte nunca tuvo dudas de que quería dedicarse al mundo del vino. Mendocino, oriundo de General Alvear, se recibió de ingeniero agronómo en la Universidad Nacional de Cuyo y ganó la beca Fullbright-YPF para hacer una maestría en enología en la Universidad de California en Davis. 

Luego de estudiar y trabajar cuatro años en los Estados Unidos, volvió a la Argentina e ingresó al Grupo Peñaflor, el grupo bodeguero más grande del país y uno de los 10 mayores productores de vino del mundo.

Desde 2021 es el Director de Enología y Viticultura del grupo, lo que significa que tiene en sus manos el corazón de las 11 bodegas que integran el portfolio de la empresa, como Trapiche, Finca Las Moras, El Esteco, Costa & Pampa, Navarro Correas y Suter.

Apasionado de la ciencia, es una de las personas que más sabe sobre el mundo del vino. En una entrevista exclusiva con El Cronista analizó el potencial de crecimiento que tiene el país en esta industria, cómo los cambios a nivel ambiental y de consumo están redefiniendo el panorama mundial y planteó el objetivo de Peñaflor de estar entre las cinco bodegas más importantes del mundo.

Marcelo Belmonte, Director de Enología y Viticultura del Grupo Peñaflor

¿Cómo fueron tus primeros pasos en esta industria y cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte a esto?

Desde muy chico me gustó el mundo agrícola. Mi abuelo paterno tenía una pequeña bodega y desde la primaria que todos los veranos iba a trabajar ahí. Mi padre era médico y me dio la pasión por el conocimiento. Fui un privilegiado de tener las dos partes: de estar en el día a día haciendo el trabajo en el campo y del amor por el estudio y la ciencia. Estudié Ingeniería Agronómica y después de unos años me gané una beca Fulbright para ir a estudiar a Estados Unidos y hacer mi maestría en Viticultura y Enología en la Universidad de California, en Davis, que es uno de los grandes centros de investigación y estudio en la materia. Trabajé y estudié 4 años ahí. Ingresé al grupo Gallo Winery, uno de los más grandes del mundo, e hice mi tesis en Napa, una de las zonas más emblemáticas para el Cabernet Sauvignon, donde entendí cómo el vino es una maquinaria perfecta donde impacta desde la fisiología de la planta hasta la calidad del agua.

¿Cómo fue tu llegada a Grupo Peñaflor?

Llegué de Estados Unidos y entré al Grupo Peñaflor, que es muy similar a lo que es Gallo en cuanto a la visión que tiene del mercado, de estar presente en todos los segmentos, de entregar valor en cada uno de ellos. Entré como ingeniero agrónomo en Mendoza y después fui creciendo hasta llegar a tener la responsabilidad de toda la viticultura y enología del grupo. Es un trabajo divertido, muy ocupado, pero siempre apasionante.

¿Cómo es dirigir la enología de un grupo tan grande, cómo se hace para estar al frente de tantas etiquetas, de marcas tan distintas?

Tenemos grandes profesionales. En cada una de nuestras bodegas tenemos un enólogo jefe, lo que nos asegura que cada una tenga su identidad. Hay mucho trabajo en equipo y mucha discusión sobre a dónde hay que ir y cuáles son los perfiles. Trapiche atraviesa las distintas geografías del país; El Esteco es una bodega exploradora de los Valles Calchaquíes en el norte, Finca Las Moras hace lo propio en San Juan. Tenemos Navarro Correas, Sutter y ahora estamos con un proyecto en la Patagonia. El desafío es entregar valor en todos los valles donde el grupo tiene bodegas y mantener su identidad, eso nos ayuda en el mercado externo a poder comunicar Argentina con un mayor nivel de conocimiento y profundidad. 

Viñedos de Trapiche en Mendoza

¿Qué posición tiene hoy el Grupo Peñaflor en el mundo?

Estamos en más de 80 países del mundo, pero Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Brasil son nuestros principales mercados. Es una industria muy competitiva y debe ser la industria más atomizada que hay en el mundo. Los grandes países productores hoy son Italia, Francia y España, pero después Chile empieza ser otro jugador relevante en el mapa mundial, el Reino Unido empieza a aparecer. Por el cambio climático, en el sur de Inglaterra hay muchas champañeras francesas explorando la zona donde hasta hace unos años atrás era imposible por las bajas temperaturas que había. La industria va evolucionando.

¿Y qué lugar ocupa en ella el vino argentino?

La Argentina, a nivel del consumo mundial de vinos, se lleva apenas el 2,5%. Nosotros tratamos de comunicar todos los valles del país a través de las diferentes bodegas que tiene Grupo Peñaflor, y eso es una ventaja competitiva en el mundo. Argentina tiene oportunidades y mucho para crecer, si bien hay dificultades coyunturales que se tienen que discutir. Casi el 46% del vino que se consume en el mundo es importado, son vinos que se mueven de un país a otro. Pero por otro lado, la exportación de vino a nivel mundial se ha ralentizado, levemente está creciendo pera una menor tasa de lo que venía haciendo hasta el 2011, cuando fue el gran momento de expansión de Argentina. Al mismo tiempo hay una tendencia a una mayor moderación del consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo en las nuevas generaciones.

¿Cómo analizas el mercado que se viene, entre la caída del consumo mundial de vino y este cambio de tendencia entre los jóvenes?

El contexto mundial tiende a una disminución en el consumo de vino, pero frente a esto digo que es una actividad mundialmente cíclica y milenaria, así que no tengo duda de que va a tener la suficiente resiliencia para adaptarse a los cambios. Todos los que estamos en esta industria y plantamos un viñedo sabemos que es para la próxima generación, entonces naturalmente pensamos en el largo plazo, en los próximos 30 años. Uno tiene que imaginar cómo adaptarse a los cambios a nivel ambiental y también de consumo, eso nos obliga a utilizar todas las herramientas de conocimiento que tenemos, algo que por ahí el consumidor no ve.

Argentina viene haciendo un trabajo muy fuerte posicionando al Malbec en el mundo, ¿qué es lo que falta para ganar más mercado? ¿Qué medidas ayudarían al sector?

Por un lado, seguir difundiendo la marca argentina en el mundo. Y por otro, los tratados comerciales con otros mercados son híper necesarios para el crecimiento de la industria. Los números de facturación se han ido achicando en los últimos años y esto no es bueno. Todos en la industria queremos que la torta crezca y creo que la oportunidad está en abrir más mercados y lograr más tratados de libre comercio con otros países. Sabemos que no es fácil, pero tenemos que abrirnos más al mundo. Argentina es el país que tiene el duty más alto del mundo, seguido por Portugal. Lideramos los dutys que pagan nuestros vinos en el mundo en una industria que es súper competitiva. Es una mochila que hay que sacarse para poder crecer como lo hacíamos en 2011.

¿Cómo vienen los números de la industria para el próximo año?

Están tendiendo a repuntar respecto al año pasado, que fue puntualmente malo pero para todo el mundo, salvo para Nueva Zelanda que creció un poquito. El resto de los países cayeron en exportación y Argentina no fue la excepción. Venimos de una base muy baja, pero este año vemos una tendencia a la recuperación. La postpandemia afectó a toda la industria a nivel mundial. Hubo un mayor consumo por mayor presencialidad y un crecimiento del inventario, pero la tendencia de consumo no se mantuvo en el tiempo y se generó un exceso de stock en un escenario de mayor recesión e inflación mundial. Sumado a esto, el hecho de que las generaciones más jóvenes tienden a consumir menos alcohol.

La Argentina exportó en todo 2023, 196,8 millones de litros de vino, 68,1 millones de litros menos con respecto al mismo período de 2022, una caída del 25,7%, según los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).

Este año se aprobaron en el país los vinos sin alcohol y algunas bodegas anunciaron sus lanzamientos, ¿en Peñaflor están trabajando en algo de eso o en productos de baja graduación alcohólica?

Sí, estamos trabajando con algunos proyectos, pero no necesariamente tiene que ser a través de un proceso de desalcoholización. Hay una tendencia a producir vinos más ligeros, frescos, con una menor acidez. El gran jugador del mercado sin alcohol sigue siendo la cerveza. El vino está creciendo a tasas interesantes, pero el volumen es muy pequeño. Tal vez sea una forma de que el consumidor se acerque al consumo. Hay una criminalización del consumo y eso hay que desmitificarlo. A nivel mundial, uno cuando ve vinos de menos de u$s 9, ve que el consumo está ralentizado. De u$s 9 a u$s 15 o más, hay crecimiento, pero el volumen atado a los mayores niveles de precio es menor. A nivel global uno tiene que trabajar en todos los segmentos, haciendo vinos dignos y tratando de dar valor en todos los niveles de precio.

¿Cómo proyectás al grupo en los próximos 10 años?

Veo al Grupo Peñaflor creciendo, hay un fuerte foco de estar dentro de los cinco principales jugadores de vinos de la industria del vino global y trabajamos todos los días para eso. Nos vemos creciendo y estando entre las cinco bodegas más importantes del mundo.

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