En la historia del arte son pocas las mujeres que han tenido éxito y suceso. Un factor extraño ya que la mayor cantidad de pintores y artistas visuales activos son mujeres y otro tanto ocurre con las academias de arte donde son amplia mayoría. Muchos hombres han escrito sobre las razones de este fenómeno. Entre ellos están Ortega y Gasset y nuestro Ernesto Sábato, con quien conversé largas horas sobre el tema. Lo mismo hice con Julián Marías, y todos tenían sus razones valederas, que no pasan por el machismo de la sociedad.

Dicho esto, me voy a referir a Georgia OKeeffe (1887-1986), una escorpiana nacida en Winsconsin, que estudió y trabajó en Nueva York y en su querido Nuevo Méjico. La artista tuvo en su marido, el fotógrafo Joseph Stieglitz, a su mayor promotor hasta que falleció en 1946 y Georgia regresó a vivir a Nuevo Méjico, donde en 1932 había pintado Flor Blanca-Estramonio. Se trata de una de sus más famosas pinturas que fuera vendida hace 20 años en subasta en un millón de dólares (u$s 1,5 millones de hoy) y que Sothebys puso a la venta la semana pasada en u$s 10 millones. Sin embargo, el comprador la tuvo que pagar u$s 44,4 millones debido a la inflación de precios y a la demanda del mercado por el arte.

En Santa Fe, Nuevo Méjico, hay un museo dedicado a su honor y gloria que hoy tiene 1150 obras de ella y casi 2000 de sus contemporáneos. La obra récord para una artista mujer, una de las 50 más valiosas de la historia, mide 122x102 cm., es una flor de efectos alucinógenos y en algunos casos venenosa y se encontraba rodeando la casa de OKeeffe.

La anterior obra récord para una pintura realizada por un mujer le pertenecía a Joan Mitchell (1926-1992), quien naciera en Chicago y que recibiera fuerte influencia de los artistas expresionistas-abstractos como De Kooning y compañía. La mayor parte de su vida la pasó en Francia, donde falleció cerca de Giverny donde viviera Monet. Su obra récord alcanzó los u$s 12 millones, duplicando su estimación en el pasado mes de mayo en una subasta de Christies. Le gustaban los grandes formatos y esta obra media 250x200 cm. Su gran impulsor fue el marchand Robert Miller en su galería de Madison y 57th en Nueva York. De las impresionistas fue Berthe Morisot (1841-1895), la más fiel al movimiento. Participó en las ocho exposiciones del movimiento junto a su maestro y amigo Camille Pisarro.

Luego de una lindísima retrospectiva que tuve la suerte de disfrutar en el Museo Marmottan de París, el año pasado salió una de las obras expuestas a la venta y se pagó casi u$s 10 millones. De las otras mujeres destacadas, está la delicada Mary Cassatt (1844-1926). Esta americana nacida en Pittsburg, se radicó en París y se casó con el hermano de Manet.

Los niños y las mujeres fueron su tema preferido. Su amigo admirado era Degas y son sus pasteles lo mas conocido de su obras. Su mayor precio en una pintura fueron u$s 5,5 millones y me parece que frente a la locura actual de los precios, mi consejo es comprar todo lo que aparezca de ella. En un mundo donde cada vez se respeta con justicia a las mujeres, nos alegramos que la obra de ellas sea reconocida al menos por el mercado de arte.