

La falta de acceso a instalaciones sanitarias es una ofensa a la dignidad humana. Especialmente porque un baño no sólo es un baño, es un salvavidas que protege la integridad. Sin embargo, hoy en día, 4200 millones de personas en el mundo carecen de este ambiente en sus casas y, si lo tienen, se encuentra afuera de la vivienda y hasta lo comparten con otros hogares. En muchos casos se trata de letrinas que no están conectadas a la red de cloacas y carecen de descarga de agua, lo cual conlleva que más de la mitad de los fallecimientos causados por diarreas al año (423.000) estén asociados a problemas de saneamiento.
En la Argentina, el déficit sanitario también reviste gravedad, ya que más de 6 millones de personas no tienen baño y, según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en el país hay 4416 distritos populares en donde el acceso al saneamiento no alcanza al 5% (4,8%).
Atentos a esta problemática, en el 2015, varios ingenieros, una arquitecta y un doctor en Teología decidieron crear Módulo Sanitario, una organización que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en emergencia sanitaria mediante la construcción de baños y cocinas integrados a su vivienda.
Así, Matías Nicolini, Federico Guevara, Juan Quelas, Alejandra Vidal, Tomás Sicouly y Gabriela Zen diseñan estos espacios que brindan la oportunidad de ducharse con agua caliente, lavarse las manos antes de comer o después de ir al baño, limpiar los alimentos y también, generan un espacio para la privacidad, el cuidado personal y la salud.

Pero también este proyecto es el inicio de una nueva modalidad de trabajo que promueve los hábitos de higiene, la inclusión social y la integración de vecinos de barrios vulnerables en la sociedad.
Nicolini cuenta que el proyecto nació de la experiencia adquirida en los distintos trabajos de voluntariado que realizaban en barrios vulnerables del Gran Buenos Aires. "Cada vez que queríamos ir a un baño la cosa se complicaba porque debíamos ir a una letrina fea y sucia ubicada a metros de una casa o perdida en alguna casilla instalada en alguna parte del terreno y sin una pileta donde higienizarse. Hasta nos encontrábamos con lugares en los que se utilizaba un balde como inodoro. Para nosotros, que teníamos todas las condiciones mínimas resueltas, era muy duro el impacto, tanto como las historias de esas familias que vivían sin algo tan básico como un lugar donde ir al baño y asearse", relata.
También notaban que muchas de las construcciones de esos barrios tenían su fachada terminada, el frente con rejas, dormitorios y hasta aire acondicionado pero no baño, el cual siempre quedaba para el final de una obra. Básicamente por una cuestión de costos.
A través de múltiples estudios se ha demostrado que el baño y la infraestructura asociada al mismo, evitan fallecimientos y aumentan la productividad de la población. Por el contrario, vivir en condiciones sanitarias insalubres multiplica la probabilidad de contraer y propagar enfermedades. La OMS estima que por cada dólar invertido en agua y saneamiento la sociedad ahorra un promedio de cuatro dólares en gastos médicos, muertes evitadas y mermas de productividad.
Frente a este panorama, esos amigos que se conocieron en la Pastoral Universitaria de la UCA mientras estudiaban sus respectivas carreras, se plantearon el desafío de cómo vincular su profesión con la pasión social que los movía. Así arrancó este proyecto, con dos modelos de baño y cocina que se anexaban entre sí en casas de madera y un grupo de voluntarios que los ayudaban a instalar los módulos pero también a invertir la lógica para que el baño sea lo más importante de una casa.
Con ese fin, diseñaron talleres para promover hábitos de higiene y resaltar la importancia de lavarse las manos y los dientes, por ejemplo. Lo cierto es que con el tiempo fueron creciendo de tal manera, que en estos 6 años ya construyeron 670 módulos sanitarios, beneficiando a más de 2700 personas.
Hoy ya son 10 en el equipo y tienen unos 120 voluntarios fijos en los 8 barrios de GBA donde operan y otro tanto en Córdoba, donde también tienen presencia. También, hacen convenios para proyectos puntuales, con ONGs o municipios, lo cual les permite tener una presencia federal.
"Además de construir baños, nuestra tarea también consiste en acompañar a las familias para que tomen conciencia de lo que va a recibir, más que nada porque se trata de gente que viene de varias generaciones sin tener un baño. La idea no es regalárelos ya que nuestro objetivo es que ellas asuman un compromiso que conlleva un aporte económico mínimo (aplican pago en cuotas) y de esfuerzo, ya que uno de los requisitos es que cada hogar que recibe el módulo se tiene que construir previamente el pozo ciego", relata Nicolini.
El fundador señala que si bien la problemática que los atañe apunta a mejorar la calidad de vida de las personas, también les interesa el cuidado del ambiente. A propósito, uno de sus últimos logros fue el diseño de un baño sustentable.
"La idea surgió en 2020, tras visitar distintos comedores del conurbano porteño para acercar productos de higiene. Gracias a esto, pudimos interiorizarnos con una problemática barrial: estos espacios de encuentro comunitario tampoco suelen tener baño, y quienes menos aún lo tienen en sus casas, no pueden mantener los hábitos de higiene básicos como el lavado de mano antes de comer. Gracias a esta experiencia nos animamos a construir un eco baño comunitario para el comedor Los Hornos, en Sol y Verde, utilizando ladrillos de plásticos reciclados, un biodigestor (receptor de aguas residuales domésticas donado por la Fundación Pro Vivienda Social) y un sistema de filtración para mejorar la calidad del agua bebible del barrio".
Por último, Nicolini remarca la importancia que tiene el trabajo en equipo para el logro de los objetivos de la ONG que lidera. "Como buscamos maximizar el impacto, trabajamos con socios, como Ferrum. Hoy tenemos más de 900 donantes mensuales".













