

El ñame, un tubérculo a menudo pasado por alto, esconde un secreto que podría revolucionar nuestra forma de cuidar nuestro cerebro. Sus propiedades únicas, especialmente su contenido en diosgenina, lo convierten en un aliado formidable para fortalecer la memoria, mejorar la concentración y proteger nuestras neuronas de los efectos del envejecimiento.
Más allá de ser un alimento básico en muchas culturas, en los últimos años se ha revelado como un auténtico superalimento para la salud cognitiva.

¿Qué es el ñame y por qué es importante?
El ñame es un tubérculo que se encuentra en las regiones tropicales y subtropicales de África, Asia y América del Sur. Este alimento es apreciado por su sabor ligeramente dulce y harinoso, que recuerda al de la batata, aunque con un matiz más sutil.
El ñame se distingue no solo como un alimento apreciado por su sabor y versatilidad en la cocina, sino también por sus propiedades nutricionales que favorecen la salud cognitiva. Uno de sus componentes más destacados es la diosgenina, que ha demostrado estimular la formación de nuevas conexiones neuronales y mejorar la comunicación entre las neuronas. Esto se traduce en beneficios como una memoria más aguda y una mayor capacidad de aprendizaje.
Además, su bajo índice glucémico, combinado con un alto contenido de fibra, permite que ofrezca una liberación sostenida de energía, lo que ayuda a evitar las fluctuaciones de azúcar en sangre que pueden interferir con la concentración.
Este tubérculo también es una excelente fuente de vitaminas del complejo B, vitamina A, potasio y magnesio, nutrientes esenciales para el óptimo funcionamiento del sistema nervioso.
Asimismo, es rico en antioxidantes, como la vitamina C, que protegen las células cerebrales del daño ocasionado por los radicales libres, agentes que contribuyen al envejecimiento celular y están relacionados con enfermedades neurodegenerativas.

¿Cuál es el impacto del ñame en el funcionamiento cerebral?
Los antioxidantes presentes en el ñame protegen las neuronas contra el daño, contribuyendo a la prevención del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento. La diosgenina, mediante la estimulación de la formación de nuevas conexiones neuronales, incrementa la plasticidad cerebral. Esto implica una mayor flexibilidad y adaptabilidad del cerebro, facilitando el aprendizaje y la retención de información.













