Santa Escritura

Evangelio del día: esta es la lectura de la Biblia para el miércoles 7 de agosto

Para que comiences el día con la guía de Dios, conoce cuál son los versículos de la Biblia para este miércoles.

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Con el propósito de que los devotos dispongan fácilmente de las enseñanzas divinas, la Santa Sede difunde cada día en su sitio web oficial fragmentos de la Sagrada Escritura junto con las reflexiones del máximo representante de la Iglesia Católica, el papa Francisco.

La palabra de este miércoles, 7 de agosto de 2024 incluye el relato de los capítulos de la Biblia, los versículos y la interpretación del pontífice Jorge Mario Bergoglio.

La lectura de la Biblia de este miércoles 7 de agosto

Aun cuando la Sagrada Escritura cuenta con miles de años, la palabra de Dios siempre tiene un mensaje de aliento que sirve como guía para la vida diaria. Por ello, es necesario tener presente los siguientes versículos de Jeremías:

Lectura del libro del profeta Jeremías


Jer 31, 1-7


“En aquel tiempo, dice el Señor,
yo seré el Dios de todas las tribus de Israel
y ellos serán mi pueblo.


El pueblo de Israel, que se libró de la espada,
halló misericordia en el desierto
y camina hacia el descanso;
el Señor se le apareció de lejos’’.


Esto dice el Señor:
“Yo te amo con amor eterno,
por eso siempre me apiado de ti.
Volveré, pues, a construirte
y serás reconstruida, capital de Israel.
Volverás a tocar tus panderos
y saldrás a bailar entre músicos y coros;
volverás a plantar viñas en los montes de Samaria
y los que las planten, las disfrutarán.
En la montaña de Efraín gritarán los centinelas:
‘¡Ya es de día! ¡Levántense y vayamos a Sión,
hacia el Señor, nuestro Dios!’ ”


Esto dice el Señor:
“Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
‘El Señor ha salvado a su pueblo,
al grupo de los sobrevivientes de Israel’ ”.

Los versículos de la Biblia para este miércoles 7 de agosto

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 


Mt 15, 21-28


En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.


Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” El le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

La palabra del papa Francisco para el miércoles 7 de agosto

El papa Francisco interpreta que la fe grande es aquella que lleva nuestra propia historia, con todas sus heridas y problemas, a los pies del Señor para que Él la sane y le dé sentido. Reconoce que todos tenemos una historia personal, que no siempre es perfecta, sino que está marcada por dificultades, dolores y pecados. Sin embargo, nos anima a no esconder nuestra historia, sino a llevarla delante de Dios y pedirle que nos sane. Destaca la valentía de esta mujer bíblica que se acercó a Jesús con su historia de dolor y tocó su ternura.

El papa Francisco nos invita a hacer la prueba de llevar nuestra propia historia de dolor delante de Dios y de Jesús. Reconoce que siempre hay cosas feas en una historia, pero nos anima a acercarnos a Jesús, llamar a su corazón y decirle: "Señor, si tú quieres, puedes sanarme". Nos muestra que esta mujer bíblica nos enseña la valentía de acercarnos a Dios con nuestras heridas y problemas, confiando en su ternura y poder sanador.

En resumen, el papa Francisco interpreta que la fe grande es aquella que nos impulsa a llevar nuestra historia personal, con todas sus dificultades y pecados, delante de Dios y de Jesús. Nos anima a no esconder nuestra historia, sino a confiar en la ternura y el poder sanador de Dios. Destaca la valentía de esta mujer bíblica que se acercó a Jesús con su historia de dolor y nos invita a seguir su ejemplo, llevando nuestras heridas y problemas a los pies del Señor.

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