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Desde hace más de tres décadas, un monumento ubicado en las instalaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Langley, Virginia, desafio a expertos en criptografía de todo el mundo.

La obra, bautizada como Kryptos, fue creada por el escultor estadounidense Jim Sanborn y representa uno de los acertijos más persistentes de la historia moderna.

El enigma consta de cuatro secciones encriptadas, cada una utilizando métodos de codificación diferentes. Mientras que las tres primeras partes fueron descifradas en 1999 por un científico informático de California, la cuarta sección —conocida como K4— permaneció sin resolver durante un cuarto de siglo, resistiendo los esfuerzos de analistas profesionales y aficionados por igual.

Kryptos: el enigma imposible de la CIA que nadie pudo resolver en 35 años

A sus 79 años, Jim Sanborn anunció este verano que subastaría la respuesta final del enigma. El artista explicó que ya no cuenta con los recursos físicos, mentales ni financieros para mantener el misterio mientras continúa con otros proyectos. La subasta, que superó los 200.000 dólares, finalizó el 20 de noviembre, transfiriendo la responsabilidad de preservar el secreto a un nuevo “Guardián de Kryptos”.

El proceso no estuvo exento de controversia. En septiembre, dos periodistas descubrieron accidentalmente el texto descifrado de K4 en documentos que Jim Sanborn había enviado por error al archivo del Smithsonian años atrás. Sin embargo, ambos periodistas prometieron mantener la confidencialidad del hallazgo, permitiendo que la subasta siguiera adelante según lo planeado.

El Muro de Berlín y Egipto: las claves secretas que reveló el creador de Kryptos

En una carta abierta dirigida a la comunidad de entusiastas de Kryptos, Sanborn reveló indicios cruciales que podrían ayudar a resolver el rompecabezas. El artista confirmó que dos acontecimientos históricos influyeron significativamente en la creación del texto plano original en 1988: su segundo viaje a Egipto a finales de 1986 y la caída del Muro de Berlín.

Además, el creador aclaró que la referencia al “reloj de Berlín” en K4 apunta específicamente al Reloj Mundial de Berlín, que se convirtió en punto de encuentro para las multitudes que derribaron el histórico muro. Sanborn también confirmó la existencia de una quinta sección, K5, que se revelará una vez que K4 sea completamente descifrado y que tendrá “un alcance más global”.

Subasta millonaria: quién pagó más de 200.000 dólares por el código secreto de la CIA

Las primeras tres secciones del monumento utilizaron técnicas criptográficas clásicas. K1 y K2 emplearon cifrados Vigenère, un sistema que desplaza cada letra una cantidad predeterminada basándose en una clave específica. K3, por su parte, utilizó código de transposición, una técnica ampliamente utilizada durante la Segunda Guerra Mundial.

La solución de K2 contiene una frase particularmente intrigante: “está enterrado allí en algún lugar”. Esta línea, según Sanborn, no es casualidad: durante décadas, el artista insinuó en entrevistas la existencia de algo más allá de K4. El conjunto completo de códigos, desde el código morse inicial hasta K5, gira en torno al concepto de entregar un mensaje.

El nuevo guardián de Kryptos, que pago 200,000 dólares, ahora posee la llave de este misterio de 35 años, aunque si decidirá compartirlo con el mundo o mantenerlo en secreto permanece como una incógnita adicional en esta fascinante historia de criptografía y arte.