

El gobernador de la provincia japonesa de Niigata, Hideyo Hanazumi, otorgó este martes su consentimiento definitivo para reactivar dos reactores en la planta nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, superando el último obstáculo para reiniciar las instalaciones que permanecieron inactivas por más de una década tras el colapso de 2011 en otra planta operada por la misma compañía.
Durante su encuentro con el ministro de Economía e Industria Ryosei Akazawa, Hanazumi transmitió el “respaldo” de la prefectura para reiniciar los reactores 6 y 7 en Kashiwazaki-Kariwa, aceptando el compromiso del gobierno de garantizar la seguridad, la respuesta ante emergencias y la comprensión de los residentes locales. “Fue una decisión pesada y difícil”, admitió el gobernador tras anunciar su aprobación.
Los preparativos para el reinicio del reactor 6 han avanzado significativamente y se espera que la empresa de servicios públicos TEPCO solicite una inspección de seguridad final por parte de la Autoridad de Seguridad Nuclear a finales de esta semana, antes de una posible reanudación en enero de 2026. El trabajo en el reactor 7 tomará varios años adicionales antes de poder entrar en operación.
Por qué Japón reactivó sus plantas nucleares
Japón había planeado originalmente eliminar gradualmente la energía atómica tras el desastre en la planta de Fukushima causado por un terremoto y tsunami en 2011. Sin embargo, ante la escasez global de combustible, el aumento de precios energéticos y la presión internacional para reducir las emisiones de carbono, el gobierno ha revertido su política y ahora busca incrementar el uso de energía nuclear acelerando los reinicios de reactores, extendiendo su vida útil operativa y considerando la construcción de nuevos.

De los 57 reactores comerciales que existen en Japón, actualmente 13 están en operación, 20 permanecen fuera de servicio y otros 24 están siendo desmantelados, según las autoridades nucleares. La planta de Kashiwazaki-Kariwa, que comprende siete reactores, es la instalación nuclear más grande del mundo y ha estado fuera de servicio desde 2012 como parte de los cierres a nivel nacional tras los colapsos en Fukushima.
Los reactores 6 y 7 en Kashiwazaki-Kariwa habían superado las pruebas de seguridad en 2017, pero sus preparativos de reinicio se suspendieron después de que se encontraran una serie de problemas en 2021. La Autoridad de Regulación Nuclear levantó una prohibición operativa en la planta en 2023, aunque el proceso enfrentó nueva incertidumbre tras el terremoto del 1 de enero de 2024 en la cercana región de Noto.
Preocupaciones sobre seguridad y gestión de desechos
Ese sismo reavivó las preocupaciones entre los residentes locales sobre la seguridad de la planta y los planes de evacuación en caso de un desastre mayor. En Japón, el reinicio de un reactor está sujeto al consentimiento de la comunidad local, y el Ministerio de Industria buscó una aprobación temprana de reanudación de Niigata dos meses después del terremoto. Hanazumi también se reunió con la primera ministra Sanae Takaichi, quien apoya la energía nuclear, y le pidió que visitara la planta para observar personalmente las medidas de seguridad.
TEPCO, fuertemente cargada con el creciente costo de décadas de desmantelamiento y compensación para los residentes afectados por el desastre de Fukushima, ha estado ansiosa por reanudar su única planta nuclear operativa para mejorar su situación financiera. La empresa ha luchado por recuperar la confianza pública en la operación de instalaciones nucleares. Además de la seguridad de la planta, expertos señalan que la aceleración de los reinicios de reactores también genera preocupación en un país sin un reprocesamiento completo de combustible nuclear ni planes definitivos para la gestión de desechos radiactivos de largo plazo.













