Maldición en la Corona Británica | El "Annus Horribilis" que sacude los cimientos de la monarquía
Enfermedad, tensiones familiares y crisis institucionales ponen a prueba la resiliencia de la familia real, evocando los turbulentos tiempos de 1992
El 2024 marcó un punto de inflexión para la Corona Británica, enfrentando desafíos sin precedentes.
Los diagnósticos de cáncer tanto del Rey Carlos III como de Kate Middleton, sacudieron los cimientos de la monarquía, obligando a ambos a reducir sus apariciones públicas. La posterior aparición de Kate en el Trooping the Colour se convirtió en un potente símbolo de resistencia.
Las relaciones familiares también permanecieron en el centro de atención, particularmente las tensiones con el Príncipe Harry.
La distancia entre los hermanos Windsor se mantuvo irreconciliable, mientras que la relación entre Harry y su padre, el Rey Carlos, continuó siendo objeto de especulaciones mediáticas.
Estas fricciones familiares, sumadas a las apariciones públicas y declaraciones, mantuvieron vivo el debate sobre las dinámicas internas de la familia real.
La sucesión de crisis personales y desafíos institucionales suscitó inevitables comparaciones con el célebre "annus horribilis" de 1992, expresión empleada por la fallecida Reina Isabel II para describir uno de los años más tumultuosos de su reinado.
Qué es el "Annus horribilis" que atormenta a la Corona Británica
El término "Annus horribilis", que en latín significa literalmente "año horrible", se asocia con la descripción de años especialmente difíciles y cargados de eventos desafortunados.
Este término se popularizó en 1992, cuando la Reina Isabel II lo utilizó en un discurso con motivo del 40.º aniversario de su ascenso. Durante aquel año, la Familia Real Británica enfrentó múltiples desafíos y controversias, como los divorcios de tres de sus hijos, un devastador incendio en el Castillo de Windsor, y un escrutinio público intensificado hacia la monarquía.
En la actualidad, el término podría aplicarse nuevamente para describir el 2024.
Entre los sucesos más destacados se encuentran los diagnósticos de cáncer del Rey Carlos III y de la Princesa de Gales, Kate Middleton, ambos figuras centrales en la monarquía.
Otro incidente significativo fue el robo en uno de los castillos de la familia real, un evento que no solo amenazó la seguridad de sus propiedades, sino que también pone en tela de juicio la efectividad de los sistemas de protección en torno a la monarquía.
A esto se suman las tensiones persistentes entre el Príncipe Harry, su esposa Meghan Markle, y los demás miembros de la Corona Británica.
Las divisiones familiares, que se ventilaron públicamente en entrevistas y documentales, continúan erosionando la imagen de unidad que la monarquía intentó mantener a lo largo de los años.
En conjunto, estos eventos pusieron a prueba la resistencia y la capacidad de adaptación de la monarquía, enfrentándola nuevamente a una serie de retos que rememoran la difícil etapa de 1992.
Qué perdidas sufrió la familia real británica
En febrero de 2024, Thomas Kingston, esposo de Lady Gabriella Windsor y sobrino político de la Reina Isabel II, falleció a los 45 años debido a una "herida traumática en la cabeza".
En marzo, el rey Carlos enfrentó otra pérdida cercana con el fallecimiento de Ian Farquhar, su amigo de confianza. El hombre, quen sirvió en la caballería británica y luego en la corte de Isabel II, fue una figura clave en la vida del monarca.
Más adelante, a finales de junio, la Princesa Ana sufrió un accidente ecuestre que le causó heridas leves y una conmoción cerebral. Este incidente la obligó a cancelar temporalmente sus compromisos públicos, representando una "pérdida" simbólica para la monarquía en términos de su representación institucional.