

Tras el agitado paso del ex jefe de Gobierno español Felipe González por Caracas, la llegada prevista para mañana de una delegación de congresistas brasileños opositores que pretende visitar a un político preso suma presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, que ve esos avances como una injerencia en los asuntos internos del país.
El grupo de legisladores encabezado por el ex candidato presidencial socialdemócrata Aécio Neves, que hasta ayer esperaba sin suerte la autorización de Maduro para aterrizar en un avión militar oficial brasileño, avisó que en caso de no conseguirla se desplazará en un vuelo comercial y pedirá sanciones contra Venezuela ante la OEA por violar las cláusulas democráticas del Mercosur.
Los pedidos a favor de la liberación de Leopoldo López, en huelga de hambre desde el 24 de mayo, Daniel Ceballos y Antonio Ledezma crecen entre figuras de ideologías variadas y en foros internacionales, y se convirtieron en una piedra en el zapato de Maduro, que debe lidiar con una economía desbastada por la altísima inflación y la escasez de productos básicos.
Un sondeo privado reveló que la escasez de alimentos alcanzó el 60,7% en mayo en Caracas, luego de que el Banco Central dejara de publicar los datos sobre ese ítem e inflación, tras reconocer una suba de precios de 68% en 2014. Fedecámaras, la principal patronal venezolana, señaló que el país está a las puertas de una hiperinflación y pidió correctivos urgentes al gobierno. La caída del precio del petróleo perforó la otrora abundante arca venezolana y el ajuste incidió sobre las importaciones de productos básicos en un país con escasísima producción propia.
Maduro enfrenta con poca pericia los problemas internos, aunque parece estar dando un giro en sus vínculos internacionales para salir a flote. El mandatario anunció la reapertura de un "canal diplomático muy importante" con Estados Unidos tras una reunión de su número dos y presidente del Congreso, Diosdado Cabello, con el consejero del Departamento de Estado Thomas Shannon en Haití, que coronó encuentros previos de funcionarios venezolanos con el gobierno de Barack Obama. Con esto dejó atrás la tensión que generó en marzo el decreto que declaró a Venezuela una amenaza a la seguridad nacional estadounidense.
Otro gesto de distensión lo aportó ayer el canciller José Manuel García-Margallo al afirmar que España "está absolutamente abierta a mantener relaciones con Venezuela" tras los fuertes cruces en torno a la crisis de los presos que pusieron a ambas naciones al borde una ruptura.
Cabello negoció la semana pasada con empresarios brasileños la venta de alimentos y remedios a Caracas y se reunió con la presidenta Dilma Rousseff, a quien la oposición acusa de no hacer lo suficiente frente a la situación de los políticos presos. Sin embargo, Brasil viene instando a Caracas a convocar las elecciones parlamentarias previstas para este año, apostando a una salida electoral a la crisis.













