

Este martes, el Parlamento de Italia confirmó definitivamente la ley que limita la concesión de la nacionalidad a descendientes de italianos en el extranjero para frenar la avalancha de solicitudes, un fenómeno especialmente notable en la región.
La Cámara de los Diputados aprobó esta ley con 137 votos a favor, 83 en contra y 2 abstenciones, culminando así su tramitación parlamentaria tras el sí del Senado del 15 de mayo.
El Gobierno de Giorgia Meloni aprobó el 28 de marzo esta medida que limita la concesión de la nacionalidad a los descendientes de italianos que residen en el extranjero para frenar las solicitudes.
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La nueva legislación fue aprobada originariamente como un decreto-ley, un instrumento usado en momentos de urgencia y que debe ser revalidado por las dos cámaras parlamentarias en el plazo de 60 días.
Esto fue lo que se consiguió finalmente este martes. Italia concede su nacionalidad siguiendo, entre otras vías, el principio de Ius Sanguinis, es decir, por descendencia o filiación. Esto hizo que muchas personas extranjeras pero descendientes de emigrantes italianos la hayan reclamado.
Requisitos
Ahora solo se concederá durante dos generaciones, es decir, si el solicitante tiene un progenitor -biológico o adoptivo- o un abuelo nacido en Italia. También, si el padre o madre de un solicitante nacido en el extranjero residieron "al menos durante dos años consecutivos" en el país europeo antes de su nacimiento.

Por qué sumaron restricciones
El vicepresidente italiano y ministro de Exteriores, Antonio Tajani, impulsor de esta medida, explicó en una rueda de prensa en marzo que las solicitudes de nacionalidad se multiplicaron en los últimos tiempos, justificándolas en muchos casos en antepasados muy remotos.
En el texto se especifica que este fenómeno es "particularmente significativo" en Sudamérica debido a los grandes flujos migratorios de italianos a finales del siglo XIX y tras la II Guerra Mundial.
Además, subraya que la concesión del pasaporte italiano "implica ventajas significativas" para una persona nacida en el extranjero pues permite residir y trabajar libremente en cualquier país de la Unión Europea.
Tajani explicó que los italianos en el extranjero crecieron un 40% en la última década, pasando de los 4,6 millones a los 6,4 millones, especialmente en Sudamérica.
En la región, en los últimos 20 años pasaron de ser 800.000 a superar los dos millones (sobre todo en Argentina, Brasil o Venezuela).
La medida llevó a un extenso e intenso debate parlamentario el martes, defendida por los partidos del Gobierno de coalición de Meloni, sus Hermanos de Italia (HdI); la Forza Italia de Tajani y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini.
"La cultura y la identidad no son complementos o una llave maestra para beneficiarse de la sanidad, el empleo o las pensiones", sostuvo el diputado de HdI, Andrea Di Giuseppe. La oposición criticó duramente la nueva ley. El diputado del Partido Demócrata, Toni Ricciardi, recordó que un rasgo de la "talianidad" es la emigración del pasado y que, por ello, puede hallarse "en la lengua y las tradiciones" de Brasil o Argentina.
















