La amenaza tecnológica que profundizó la pandemia: por qué no deja crecer a las empresas

Inversiones postergadas, malas decisiones, ausencia de apoyo de la alta dirección. Las empresas necesitan cubrir sus brechas tecnológicas históricas para seguir la dinámica de ritmo de esta era híperdigitalizada.

El término "deuda tecnológica" se acuñó en tiempos bastante recientes y se profundizó cuando el Covid-19 decidió dejar a la vista todos los errores y procrastinaciones históricos de las áreas de IT: básicamente, refiere a todas las inversiones que debieron haberse hecho en tecnología y en herramientas digitales y que por diferentes razones se cancelaron o postergaron. 

Al mismo tiempo, abarca todas esas inversiones que se hicieron y que hubiera sido mejor cajonear. Hardware desactualizado, sistemas sin integrar, proyectos faraónicos que se iniciaron por "estar de moda", adquisición de soluciones no alineadas con el panorama de IT de la organización, falta de apoyo de la alta dirección a la hora de encarar iniciativas estratégicas, simple pereza... La lista es extensa, pero lleva siempre al mismo lugar.

"La deuda tecnológica o digital ralentiza las posibilidades de desarrollo del negocio en materia de innovación y lleva la preocupación a los costos y la resiliencia", asevera Luis Piccolo, vicepresidente de ventas de Lumen para América latina. El ejecutivo comparte datos de mediados de 2020, cuando 39 por ciento de los ejecutivos de sistemas señalaba que la prioridad de las inversiones para los próximos meses estaría enfocada en cerrar la brecha digital y 24 por ciento, en mitigar el impacto del Covid-19, frente a solo un 20 por ciento que hablaba de innovar. "Llegó la hora de saldar la deuda, por eso los analistas esperan que la curva participación de la nube en el total de productos de América latina acelere su pendiente de crecimiento hacia 2024", indica.

Mariano Martínez Viademonte, gerente regional de ventas de Infobip para Latinoamérica Sur, enumera tres motivos que llevan a la deuda tecnológica: "Tomar decisiones apresuradas sin atravesar todos los pasos necesarios durante el proceso de implementación, no investigar todas las alternativas disponibles y no entender las necesidades, recursos y presupuesto de la compañía", dice. Infobip es una plataforma global de comunicaciones en la nube orientada a la experiencia del cliente. "A veces los responsables de IT deciden incorporar software o hardware que en un primer momento parecen ahorrarles tiempo y dinero, pero a largo plazo generan carencias con un elevado costo y no cumplen con las necesidades", agrega.

Matías Arturo, líder de estrategia y consultoría para Sudamérica Hispana en Accenture, no considera que esta brecha se hubiese generado por falta de medios o soluciones, sino "por la impericia absoluta de ser capaces de customizar esas soluciones para el bien de la gente (cliente, colaborador, usuario, comunidad) a escala", analiza. "Nunca como ahora, las personas están primero en todos los ámbitos y las tecnologías no fueron capaces en su mayoría de adaptarse o flexibilizarse todo lo que lo necesitamos o deseamos", apunta.

Atraso para (casi) todos y todas

Si bien algunos rubros están más afectados que otros, la realidad indica que el problema está bastante extendido. "Existen algunas industrias especialmente atrasadas frente a estos desafíos, como la industria de la salud y la banca tradicional, pero es una problemática general y compartida", indica Pablo Muñoz, director ejecutivo de producción de R/GA para Latinoamérica Sur. El ejecutivo afirma que solo un tercio de las empresas argentinas tienen proyectos activos de transformación digital y, en su gran mayoría, son iniciativas incipientes. "Muy pocas empresas cuentan con un plan integral que no haya surgido como una respuesta apresurada al contexto de pandemia", aporta.

Una vez más, la generalización no resulta justa. "Aunque son muchas, no todas las empresas acumularon deuda tecnológica: las que no lo hicieron se diferencian por el impacto de la inversión en tecnología sobre los resultados y la proyección a futuro", dice Gustavo Viceconti, CEO y fundador de NeuralSoft, una de las primeras desarrolladoras de ERP en incorporar, hace 22 años, el concepto de software como servicio en el país.

"Cuando una empresa decide embarcarse en la transformación digital, pero no destina los fondos necesarios para invertir en los recursos tecnológicos, acumula esta deuda tecnológica con impacto negativo en todo el proceso de transformación, no solo por el mero retraso que naturalmente provocará, sino también por la desmotivación por el no cumplimiento de las expectativas de todos los integrantes de la organización", define Eduardo Goldenhörn, CEO de Turismática, desarrolladora de software que acaba de cumplir 30 años de operaciones en el país.

"Salvo contadas excepciones, las empresas argentinas en general aún no han logrado ponerse al día en aspectos clave como lograr una visión integral de sus clientes, desarrollar e implementar estrategias omnicanal, unificar la experiencia de usuario integrando puntos de contacto digitales y analógicos dentro de un mismo ecosistema, almacenar y explotar datos para entender mejor el comportamiento de usuarios y, con ese insight, personalizar sus productos y servicios", enumera Muñoz. En términos de arquitectura tecnológica, las falencias se dan entre la implementación de CRM o la migración hacia arquitecturas en la nube. "Todos estos son pilares de una transformación digital robusta", afirma Muñoz.

"La falta de conexión entre las empresas y sus datos puede generar problemas mayores, como por ejemplo una peor atención a los clientes o usuarios, que hoy exigen una inmediatez absoluta", relata Martín Colombo, director regional de ventas para Latinoamérica de Veeam. "Si los datos no pueden ser accedidos, procesados e interpretados con inmediatez, también pueden resentirse decisiones claves respecto del negocio". La empresa es reconocida por sus soluciones de gestión de datos en la nube. Recientemente lanzó una herramienta de backup con soporte de Microsoft Teams enfocada en los modelos de trabajo remoto.

El virus catalizador

De repente, llegó el Covid-19 y trajo la cuenta: las empresas debían comenzar a saldar sus deudas tecnológicas. Y de inmediato. "Innovar es pensar y actuar distinto, es decidirse a cambiar y este contexto rompe muy rápido muchas de esas resistencias. Sí o sí hay que pensar distinto ya que nos enfrentamos a un desafío inédito, por lo que toda solución tiene que ser novedosa", afirma Augusto Fabozzi, gerente General de Oracle Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay. "Buscábamos evolucionar en la nube, con procesos de inmersión ligados a otras maneras de pensar o trabajar y de repente, todos debíamos estar allí: no estuvo exento de problemas, pero si analizamos el salto cuantitativo y cualitativo que se produjo en tan corto lapso, el balance es sumamente positivo", expresa.

"Es un poco frustrante para los que vivimos tratando de fomentar proyectos tecnológicos desde hace muchos años, porque veníamos hablando de esto y antes de la pandemia eran muchos los que no lograban comenzar en el momento justo", sentencia Ricardo Janches, gerente General de Ricoh Argentina, empresa especializada en gestión de documentos. "La pandemia hizo que arrancaran tanto los que estaban bien pensados como los improvisados y los que no eran absolutamente necesarios se volvieron imprescindibles de un día para otro: todo quedó en blanco sobre negro", aporta.

Los cambios fueron numerosos y muy visibles. "Las ciberamenazas son un ejemplo gráfico: con el aumento del trabajo remoto quedó en claro la importancia de comprometerse con la seguridad de los datos, con pautas definidas, mejores prácticas y sistemas integrados alineados para mantener las operaciones en funcionamiento, independientemente de dónde residan los datos", explica Colombo.

"Las compañías que no contaban con un software de gestión que les permitiera controlar a distancia toda la operatoria de su negocio salieron obligados por la cuarentena a buscar un sistema con el cual poder hacerlo", afirma Viceconti. "Con la pandemia, lo que era un plus se convirtió en indispensable: la tecnología de vanguardia siempre es una ventaja, pero es mayor aún cuando aparecen situaciones inesperadas".

Todos a los botes

"El Covid-19 empujó a todos a hacer más rápida la transformación digital pero si no nos profesionalizamos y si no ponemos esto en un contexto más amplio lo que probablemente suceda es que las empresas encuentren un techo más bajo del que podían tener con respecto a la tecnología", sostiene Janches.

Incluso en algunas industrias, como las de los viajes y el turismo, en las cuales los efectos de la pandemia resultaron devastadores, el contexto también sirvió como catalizador para la aceleración del pago de la deuda digital. "Sería lógico pensar que, ante este panorama, las empresas hayan volcado sus recursos mayormente para subsistir que para innovar, aumentando la deuda tecnológica, pero una gran cantidad de empresas encontraron en esta situación una oportunidad para innovar y a pesar de ver sus ingresos diezmados decidieron prepararse para cuando la pandemia termine", señala Goldenhörn.

"Los desafíos comunes que suelen frenar los proyectos de transformación digital no desaparecen de un día para el otro", explica Martínez Viademonti. "Los CIO todavía deben lidiar con una infraestructura antigua que no está diseñada para las necesidades de la era digital: este legado de tecnologías o procesos obsoletos también hace que sea mucho más difícil consolidar, migrar, escalar a soluciones más integrales y efectivas, lo que a su vez provocan un tiempo de inactividad inevitable y molestias", concluye.

La cuenta, por favor

¿Cuál es el camino para saldar la deuda? La palabra "nube" aparece en la boca de casi todos los expertos. "Su adopción fue clave en esta aceleración de la digitalización y también en la nivelación de nuestras capacidades", dice Fabozzi, quien estima que en solo dos años más del 50 por ciento de las compañías en Latinoamérica contará con gestión integrada en la nube. A su vez, recuerda que consultoras como IDC postulan que para la etapa post Covid-19, la nube híbrida emerge como la tendencia más importante en América latina, especialmente en las cargas de trabajo críticas.

"La nube es el gran acelerador que permitirá a las empresas activar la recuperación económica en el país: porque permite viabilizar proyectos sin importar su tamaño, porque los servicios tienen una disponibilidad inmediata y no requieren de instalación y adaptación y porque permite procesar información a gran escala, integrar tecnología de múltiples fuentes, obtener información a partir de eso, generar patrones, aplicar IA (inteligencia artificial) y repensar la manera en la cual hacemos los negocios", señala Rodrigo Ponce, director general de Google Cloud Argentina y Uruguay. Esto, sin contar el impacto en la reducción de costos.

"El modelo cloud se presenta como una posibilidad flexible y ágil que ayuda a las compañías a saldar una parte importante de su deuda digital", indica Piccolo. "Las proyecciones para 2024 muestran un crecimiento de aproximadamente 90 por ciento para el mercado de edge computing en América latina, en especial en lo que refiere al apoyo de proyectos vinculados con inteligencia artificial", asegura.

También es necesario un vuelco cultural. Viceconti propone ver la tecnología como una inversión y no como un gasto. "Y con una mirada de largo plazo", agrega. "Desde la mirada académica es importante que las carreras, maestrías y postgrados especializados en administración, gestión y management enfaticen en sus contenidos el rol fundamental de la tecnología en la productividad, la competitividad, el control de gestión y la toma de decisiones", aporta.

"Cuando hay una planificación en la inversión tecnológica el paso tal vez es más lento, pero más firme: aquello que se implementó para salir del paso debe ser repensado y profesionalizado", afirma Janches. "Lo importante es que ya se dio el cambio hacia una cultura más digital: ahora toca que sea más robustos y sólidos y que los negocios puedan transitar en esa infraestructura", concluye.

La versión original de esta nota se publicó en el número 329 de Revista Apertura

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