

Uno de los puntos fuertes de la ciudad de Buenos Aires está en sus cafeterías. Pero según un artículo de la BBC escrito por Daniel Pardo dice que mientras sí son atractivas en lo estético, no lo son tanto a nivel de café -asegurando que el que se vende es de mala calidad-.
En el mismo se intenta responder la siguiente pregunta: "¿Por qué el café es tan malo en Buenos Aires?". Según asegura en el texto Flor Migliorisi, experta en café argentino, esto se debe a que "ni las cantidades de café y agua, ni los tiempos de extracción, ni la higiene de las máquinas son cuidadosamente tratados".
Sucede que el encanto de las cafeterías en Buenos Aires se centra en dos factores: por un lado están los lugares de antaño, que son muestra de cómo era el mundo durante la primera mitad del siglo 20 y del potencial que tenía Argentina cómo país, mientras que por el otro se puede ver la cara moderna de la ciudad y su renovación constante, con nuevas ideas surgiendo a cada esquina.
Pero esta mezcla que vuelve a la cafetería porteña una de las más atractivas del continente -por no decir del mundo- se ve opacada por una falta de calidad gastronómica. "La falta de conocimientos culinarios y el oportunismo comercial han hecho una fusión que dio como resultado mucho de lo que conocemos actualmente en el rubro", explicó en la nota.

CUAL ES LA RAZÓN DETRÁS DEL MAL CAFÉ
Pero resulta raro que en una ciudad marcada por tradiciones cafeteras -gran parte de la cultura porteña es italiana y en dicho país el café es tratado como una tradición fundamental-, la realidad apunta a que estas tradiciones no lograron ser transferidas al consumo que se realiza en Buenos Aires.
Para entender un poco el porqué detrás de que haya tan buenas cafeterías y tan mal café solo basta con ver el promedio de consumo en el país. Según la Cámara Argentina de Café, los argentinos toman menos de un kilo de café por persona al año -número que está muy por debajo del promedio mundial que llega hasta los cuatro kilos por persona anuales-.
Según explicó el propio Pardo en la nota para BBC, esto se ve reflejado en el sabor: "El café que se encuentra en las cafeterías más populares de Buenos Aires es amargo y necesita adición de azúcar o leche y acompañamiento de soda o agua para evitar escalofríos. Es, en una palabra, feo".
Pero para Migliorisi esto es parte fundamental de cómo funcionan las cafeterías en el país. "El fin de venir acá no es tomar café, sino hacer un homenaje al pasado", aseguró la experta en la entrevista y luego agregó: "En las cafeterías el uso de la palabra, el encuentro con otras personas y la reflexión y deliberación informal de temas aleatorios pertenecientes al reino de lo público son las actividades más destacadas".













