Algún despistado quizá pensó que se estaba filmando la remake de Los caballeros de la cama redonda o Los doctores las prefieren desnudas. Es que, haciendo honor a su glamour vedetesco, aunque sin plumas, ni levantada trabajosamente en el aire por muchachotes danzarines, Moria Casán fue a votar al Colegio Nacional Buenos Aires como sacada de un guión de Hugo Sofovich. Todo pareció transformarse en una versión tercermundista de un set de Hollywood: el carruaje era un BMW y la escoltaban dos guardaespaldas, muy celosos de que nadie tocara a esta mujer de enterito blanco, con el escudo nacional estampado en el pecho, boina y anteojos haciendo juego.

La candidata a diputada porteña del Movimiento Federal de Centro terminó siendo más show que otra cosa, porque terminó lejos de sus rivales más cercanos: el socialista Norberto Laporta, Luis Zamora (Autodeterminación y Libertad), y Patricia Bullrich (Unión por Todos).

Al cierre de esta edición, el único representante de la farándula que lograba entrar como cuarto diputado porteño era el conductor de tevé Claudio Morgado, que acompañó al canciller, Rafael Bielsa, en la lista del Frente para la Victoria, por la que también fue electo el realizador y director del Instituto Nacional de Cine, Jorge Coscia.

El ‘músculo’ de la democracia

“Estoy feliz de ser argentina y de ejercitar el músculo de la democracia , celebró ayer Moria, que se venía definiendo como una virgen política, aunque ayer juró haber experimentado algo parecido a una experiencia sexual cuando votó en el Nacional Buenos Aires, en el barrio de Monserrat. “Esto es el piso y no el techo, es el comienzo de algo , sostuvo luego Moria desde su búnker, en el Teatro Broadway, a donde anoche dio una nueva función de la comedia El Fondo puede esperar.

Figuras del mundo de la revista, como Zulma Faiad, apodada lechuguita en sus dorados años ’70, candidata del partido Esperanza Porteña, y Ethel Rojo, de Peronismo Popular –apadrinado por Carlos Menem–, pasaron con más pena que gloria por las urnas.

El cómico Nito Artaza, que integraba el tercer lugar de la lista porteña del radical Facundo Suárez Lastra, y el actor devenido político Luis Brandoni, candidato bonaerense del mismo partido, también se quedaron en gateras.

Otros aspirantes a ingresar la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, como los cantores de tango Hugo Marcel, Hugo del Carril, y el autor de boleros Mario Clavell, deberán seguir en lo suyo, porque la política por ahora no les dará micrófono.

Finalmente, si en los ’90 los outsiders que irrumpieron en las urnas fueron Palito Ortega, el Soldado Chamamé (Albino Rojas) y Carlos Reutemann, ayer los faranduleros y revisteriles no hicieron un tan buen papel. Habrá que conformarse con ver a Moria en el teatro o en aquellas películas en que Olmedo, Porcel y Tristán se peleaban por tenerla en sus brazos.