

Es un escenario que se baraja desde hace tiempo. Hasta lo bautizaron Grexit. Una posible salida de Grecia del euro está en la agenda (y en los precios del mercado) desde que en 2010 el país recibió el primero de los tantos rescates que vendrían. Cinco años después, muchos se preguntan si lo ocurrido este fin de semana en Europa es el momento Lehman de la crisis griega. Esto es, si podría desencadenar un contagio sistémico como el que en 2008 precipitó la quiebra de Lehman Brothers. No parecería ser el caso. Pero no faltan quienes advierten que esa misma complacencia imperaba en aquel entonces entre quienes decidieron dejar caer al banco que los arrastraría a todos.
Las medidas adoptadas por Grecia garantizan una retracción en los mercados. Es cierto, no obstante, que a diferencia de 2012, el contagio hasta ahora está contenido. Los rendimientos de los bonos de los países periféricos, como España y Portugal, casi no han sufrido en esta vuelta. El Banco Central Europeo los blindó gracias a sus compras de títulos en el mercado. Una especie de "firewall" que hasta ahora vino funcionando. Goldman Sachs ya advirtió este año que una salida de Grecia podría disparar la prima de estos bonos hasta en 400 puntos básicos.
Más allá de la reacción de los mercados, la controversia de fondo vuelve a aflorar ante un país que ya vio caer su PBI un 25% desde el inicio de la crisis. Grecia pasó de tener un déficit de 10% del PBI a un superávit del 3%. Pero sus socios le exigen el 4,5%. Austeridad y solidaridad colisionan. Y es una tensión que pone en jaque no sólo a los mercados sino al proyecto de una Europa que soñaba con la "convergencia".












