El panel de Banca y Finanzas del Encuentro Líderes de El Cronista dejó una conclusión: por primera vez en años, el sistema financiero argentino podría dejar de sobrevivir para volver a desarrollarse.
Ese fue un eje común entre Franciso Gismondi (ADEBA), Gustavo Manríquez (Supervielle), Gabriel Martino (economista) y Juan Ignacio Abuchdid (IEB): la convicción de que las condiciones empiezan a alinearse, pero también la advertencia de que todo está atado a la política.
El crédito al sector privado se duplicó en términos reales entre mediados de 2024 y 2025, al pasar de menos de 5 puntos del Producto Bruto Interno (PBI) a cerca de 11. Para un país donde el financiamiento bancario se mueve históricamente a “niveles africanos”, el salto fue extraordinario. Pero ese boom se frenó.
Como explicó Gismondi, el sistema tuvo un 2025 partido al medio: un primer semestre expansivo, un tercer trimestre “muy duro”, por el apretón monetario, la incertidumbre preelectoral y el aumento de la mora, y un cuarto trimestre que recién ahora empieza a mostrar cierta recuperación.
La foto del tercer trimestre fue la más delicada porque los bancos sufrieron pérdidas relevantes por deterioro de cartera, caída de actividad y mayor exigencia regulatoria.
“Dos de los tres factores que complicaron el escenario ya se dieron vuelta porque bajaron las tasas y se recuperaron los bonos. La mora va a tardar un poco más, pero va a volver a niveles normales”, sostuvo por su parte Manriquez.
Con esa lectura, el sector empieza a ver un 2026 de normalización y expansión, aunque con desafíos nuevos como la liquidez escasa para prestar al ritmo del último año.
Sobre la profundidad del mercado de capitales
Eso explica un punto clave del debate: no alcanza con capital; lo que falta es liquidez estable. Encajes altos, la normativa internacional de liquidez y la migración del ahorro hacia fondos money market reducen la capacidad de los bancos de prestar a largo plazo.
“Hoy, buena parte de lo que antes era fondeo estable está en estructuras más inestables. Se puede prestar hasta 30 días, no mucho más”, advirtió Manríquez. El Banco Central —dijeron— ya tiene el tema sobre la mesa.
Pero el panel dejó algo más profundo: el problema no es solo la liquidez. Es la arquitectura financiera del país. Fue Martino quien puso el dedo en la llaga: “Argentina no tiene sistema financiero. Y más grave: no tiene mercado de capitales.”
Y es que con apenas 10% del PBI en préstamos y un mercado de capitales más chico que antes de la estatización de las AFJP, el país carece de dos piezas esenciales para cualquier proceso de desarrollo: crédito largo y ahorro invertido productivamente.
Para Martino, el BCRA va a tener que monetizar la economía, bajar encajes y permitir que los bancos vuelvan a prestar. Si no lo hacen, la rentabilidad bancaria puede ser mala a lo largo de todo el año.
Abuchdid sumó el diagnóstico desde otra óptica. Los ALyCs venían operando como “pseudo casas de cambio” durante años, atrapados en una macro de sobrevivencia.
El año pasado fue el primero en mucho tiempo que los obligó a volver a su rol natural: bancos de inversión, generadores de crédito, constructores de estructura financiera, financistas de la economía real. “Fue un año difícil en rentabilidad, pero extraordinario para volver al ADN de la industria”, sostuvo.
Los cuatro oradores coincidieron en algo fundamental: sin estabilidad macro y sin seguridad jurídica no hay curva en pesos, no hay crédito largo y no hay financiamiento productivo. Explicaron que hoy la Argentina financia capital de trabajo, no inversión. Las pymes —ese tejido que sostiene la economía real— dependen todavía del descuento de cheques.
Y sin una curva de pesos a tres, cinco o siete años, advirtieron que no pueden crecer, incorporar tecnología ni ampliar capacidad. “Ahí está el próximo paso”, resumieron. Y no es técnico, sino más bien político.
El condicionante para el riesgo país
La política apareció una y otra vez como el determinante central de cara a 2026. La baja del riesgo país de 2000 a 600 puntos en menos de un año fue uno de los shocks positivos más potentes. Pero todos coincidieron en que esa baja es apenas el inicio.
“Una vez que se apruebe el presupuesto y se debatan la reforma impositiva y la laboral, el riesgo país va a bajar solo”, advirtió Manriquez.
¿Por qué? Porque el riesgo país —explicó Martino— no solo define el costo financiero de bancos y empresas. Define la posibilidad de inversión real: más proyectos, más productividad, más empleo y más obra. “La baja del riesgo país trae inversión real, no especulativa”, remarcó.
La Argentina, además, tiene un diferencial a su favor: una de las deudas privadas más bajas entre emergentes. Si el riesgo país baja a niveles lógicos (400 o menos), muchos argentinos venderán sus bonos para invertir en la economía real. “Ahí se verá el segundo shock de inversiones”, anticipó Martino.
Y ahí apareció otro jugador central del panel: el ahorrista argentino. El “colchón de dólares” fue protagonista. Los panelistas fueron directos:
- El argentino que tiene dólares en la caja de seguridad perdió poder adquisitivo en los últimos 18 meses.
- La no decisión de invertir también es una decisión.
- Pero no traer dólares no es irracional: es la consecuencia de décadas de confiscaciones, defaults, corralitos, reperfilamientos y cambios de reglas.
Martino lo sintetizó con crudeza. “Hoy estamos pagando el plato roto del no cumplidor serial.”
Sin confianza institucional, sin tasas reales positivas y sin una macro consistente, el mercado puede tener todas las autopistas operativas, que las tiene: abrir una cuenta y comprar un bono hoy lleva tres minutos, pero eso no alcanza para que los u$s 200.000 millones del colchón vuelvan al sistema. La clave está en la previsibilidad.
Hacia el cierre, Abuchdid añadió un matiz clave: “El riesgo país en 600 puntos ya refleja un nivel de optimismo “fenomenal”.
Para el experto del Grupo IEB, si se garantiza el pago de cupones (bonos HD) de enero, la lectura de mercado cambiará rápido. Los bancos internacionales podrían volver a comprar títulos y, detrás de ellos, los locales. “Bajamos 1500 puntos. Faltan 200. Son los más difíciles, pero van a ocurrir”, aseguró.
El panel terminó con una síntesis que podría funcionar como hoja de ruta para el sistema financiero: “Hacer las cosas bien. Paciencia y tiempo”, señaló Manriquez.
Así esta el horizonte que los banqueros, los expertos y los inversores ven para 2026. Un sistema financiero con liquidez, un mercado de capitales más aceitado, sectores productivos en expansión y un ahorro privado gigantesco a la espera de un entorno confiable. La oportunidad para un ciclo más virtuoso parece existir.