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Con un escenario social aletargado tras la estabilización política que supuso la victoria de La Libertad Avanza en las urnas y el simultáneo espaldarazo por el apoyo de Estados Unidos a su gestión, el presidente Javier Milei se enfrenta a la perspectiva de crecimiento del 2026.
Sobre esto puso el foco, Daniel Artana, director de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), publicó recientemente un análisis exhaustivo sobre las perspectivas económicas de Argentina de cara al próximo año, donde la estrategia cambiaria y la acumulación de reservas emergen como los ejes centrales del desafío macroeconómico del Gobierno.
En un escenario poselectoral marcado por la normalización financiera tras los comicios de octubre, Artana plantea que el verdadero punto de inflexión para la economía argentina estará en la capacidad del Banco Central de acumular reservas propias, aprovechando un fenómeno que podría ser determinante: la remonetización en pesos de una economía que se dolarizó masivamente antes de las elecciones de medio término.
El diagnóstico: actividad en recuperación pero con sectores muy rezagados
Según los datos del INDEC sobre el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), el desempeño de la economía ha sido “más que razonable” considerando el contexto de ajuste fiscal profundo y restricción monetaria.
“El EMAE del mes de septiembre de 2025 fue 5% mayor al de noviembre de 2023, último mes completo del gobierno anterior”, señala Artana.
Sin embargo, el análisis revela grandes asimetrías sectoriales. Mientras la actividad industrial se ubicó 4,4% por debajo de noviembre de 2023 y la construcción cayó un dramático 20%, sectores como Agricultura y Ganadería, Pesca, Minería/Energía, Hoteles y Restaurantes e Intermediación Financiera mostraron fuerte crecimiento en estos dos años.
“En definitiva, un desempeño más que razonable para una economía que sufrió una profunda corrección fiscal en el primer año del actual gobierno y una fuerte restricción monetaria y crediticia en el ejercicio actual, sobre todo desde mediados de julio en adelante”, evalúa el economista.
Las proyecciones de Artana: optimismo moderado para 2026
Para el año próximo, el especialista proyecta un crecimiento “algo por encima del 3%”, una cifra “un poco más optimista que el promedio de analistas”. En materia de inflación, la estimación se ubica en 19%, por encima de lo proyectado por el gobierno nacional pero dentro de un sendero descendente tras el rebote observado en los últimos meses.
“Es importante seguir avanzando en escalones, aun cuando el dato final sea algo mayor al proyectado por el Gobierno”, advierte Artana, subrayando que la desinflación gradual es preferible a choques bruscos que puedan afectar la estabilidad.

En cuanto a la política fiscal, si se aprueba un presupuesto para 2026 en línea con el proyecto del Poder Ejecutivo —que pretende alcanzar el mismo superávit primario que en 2025—, “no cabría esperar un impacto directo relevante de la política fiscal sobre el nivel de actividad en el año entrante”.
La clave del dólar: remonetización y espacio para emitir sin costo
El punto más relevante del análisis de Artana es su tesis sobre la remonetización en pesos como herramienta estratégica para acumular reservas. “Es razonable esperar una remonetización en pesos de la economía”, afirma el economista, fundamentando esta conclusión en el análisis histórico de la demanda de dinero para transacciones en períodos de baja inflación y la alta dolarización decidida por los agentes económicos en la previa de la elección de medio término.
Esta remonetización, según Artana, “daría un espacio enorme para emitir dinero sin costo, que puede utilizarse para acumular reservas en el BCRA o para reducir el peso de la deuda del Tesoro en moneda local”.
El mecanismo es el siguiente: si se materializa el aumento en la demanda de pesos, ello generaría una presión para que se aprecie el dólar. En ese escenario, “el BCRA podría comprar emitiendo pesos para evitarla”, acumulando así reservas internacionales propias sin generar presiones inflacionarias, dado que esa emisión estaría respondiendo a una demanda genuina de dinero.
El dilema de la banda cambiaria para Artana: oportunidad y riesgo
Sin embargo, el economista advierte sobre un problema crítico: “Con el peso flotando cerca del techo de la banda, la pregunta es si hay espacio para que el BCRA compre reservas”. Y la respuesta no es sencilla.
“Operando tan cerca del techo de la banda, cualquier evento puede interrumpir el proceso y deteriorar las expectativas”, alerta el economista. Por eso, propone aprovechar “la calma financiera poselecciones” para analizar si es necesario corregir la banda de flotación.
Artana descarta avanzar hacia una flotación libre —que el propio Gobierno postergó para 2028— sin contar con reservas internacionales propias suficientes. “Tiene riesgos si no se cuenta con reservas internacionales propias”, sentencia.
En cambio, sugiere que “si va a haber alguna modificación, será en los límites de la banda”. Respecto al piso, Artana es claro: “se ha vuelto irrelevante y aumentarlo no debería generar complicaciones. Un cambio en tal sentido daría una señal más clara acerca del nivel al cual el BCRA sí o sí compraría”.

La modificación del techo, en cambio, “luce más compleja”, reconoce el especialista. Si se altera el ritmo de depreciación mensual, “ello puede impactar negativamente en las tasas de interés en pesos y/o en la tasa de inflación”.
Por otro lado, “un salto de una vez limitaría el efecto negativo sobre las tasas de interés, pero podría generar la expectativa de que no se respetará dicho techo en el futuro”, advierte, señalando el dilema de credibilidad que enfrentaría la autoridad monetaria.
















