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El año cierra con un sabor agridulce para Bitcoin. El activo virtual estrella tocó en octubre su máximo histórico, al cotizar a u$s 126.272, pero culmina diciembre retrocediendo 6% con respecto a 2024.
Los analistas son cautos con respecto a 2026, pero remarcan la fortaleza del ecosistema cripto local, los crecientes casos de uso y la convergencia con las finanzas tradicionales.
Bitcoin se subió a la montaña rusa en 2025. Su piso lo tocó en abril, cuando Donald Trump sacudió a los mercados con aranceles para todos. Ahí se derrumbó a los u$S 76.200. Tras la distensión geopolítica, la criptomoneda trepó hasta tocar su récord histórico.
“El balance del año de Bitcoin es positivo. Fue un año de consolidación, no solo de precio sino de adopción. Bitcoin volvió a demostrar que no es una moda ni un trade de corto plazo, sino un activo que ya forma parte del sistema financiero global”, expresó Patricio Mesri, CEO de Bybit para América Latina.
Según Lemon, en 2025 Bitcoin terminó de “graduarse” como activo financiero institucional. “El precio pasó a moverse cada vez más por factores macro y por demanda de grandes jugadores: sobre todo los ETF spot y la participación institucional”, asegura Ignacio Giménez, Business Manager de la exchange local, donde más de 900.000 usuarios tienen Bitcoin en su billetera.
Julián Colombo, director de Bitso para Sudamérica, remarca que las criptomonedas se convirtieron en la Argentina “en una herramienta cotidiana para enviar y recibir dinero sin fronteras, protegerse de la inflación, diversificar en activos globales, acceder a instrumentos antes reservados para unos pocos”.
Más allá de los factores locales, en el mercado destacan un escenario global “incómodo” para cripto, tras el endurecimiento monetario en Japón, la expectativa de recortes de tasas de la Reserva Federal, y una fuerte presión vendedora en Bitcoin.
“Desde Buenbit, interpretamos este escenario no como un punto de ruptura, sino como una fase clásica de transición de ciclo: alta volatilidad, posicionamiento defensivo y precios tensionados, con ventanas tácticas que empiezan a abrirse para inversores con horizonte de mediano y largo plazo”, confía su CEO, Federico Ogue.

¿Qué esperan los analistas de cara a 2026?
Tras el inicio del ciclo alcista a fines de 2023, la duda del mercado es si el año que viene empieza un nuevo “cripto invierno” o si Bitcoin resiste y rebota. “Para 2026, la pregunta fundamental es menos “¿en qué parte del ciclo estamos?” y más “¿sigue la demanda o se enfría?” Con el halving ya mayormente “priceado”, el foco pasa a los flujos: si continúan las entradas de dinero a los ETFs, si se suman tesorerías corporativas o aparecen nuevos vehículos regulados que incrementen la demanda del activo. Si es así, el escenario sigue siendo constructivo”, considera Giménez.
La luz de alarma se encenderá si la demanda se frena, lo que dispararía la volatilidad y la caída de la cotización de la criptomoneda.
“Bitcoin no está débil por falta de narrativa, sino por exceso de fuerzas contrapuestas. El mercado ya no discute si Bitcoin es macro; discute qué macro manda. Nuestro escenario base no es un rally inmediato ni un colapso abrupto. Esperamos un inicio de 2026 marcado por volatilidad elevada, con precios tensionados entre u$s 85.000 y u$s 95.000”, agrega Ogue.
Mesri, por su parte, ve el año que viene “un Bitcoin más estable, más ligado a factores macro y a la adopción real, y menos a la euforia”. El foco dejará de ser “hasta dónde puede subir” y pasará a ser “qué rol cumple dentro del sistema financiero”, según su mirada.
En el plano local, a partir de 2026 comenzará a regir la Resolución General N° 1058 de la Comisión Nacional de Valores, que establece una serie de requerimientos a las exchange que operan en la Argentina, entre ellos tener un patrimonio neto mínimo, informar detalles de la custodia de los activos, cumplir normas de ciberseguridad y antilavado de dinero.
Desde Lemon consideran positiva la regulación: “Más claridad suele bajar el riesgo percibido y traer nuevos inversores, cambios de tono o demoras pueden generar ruido en el precio del activo pero sus fundamentos no cambian y Bitcoin ya es percibido como una reserva de valor a largo plazo y un activo que nos lleva hacia una nueva economía digital”.
Más allá de los requisitos regulatorios, Julián Colombo cuestiona la continuidad del Impuesto al Cheque, que grava las operaciones de las billeteras cripto: “Conocimos el texto de la reforma laboral que el Congreso discutirá este verano, donde se prevé eximir de tributos a todos los activos, excepto a las criptomonedas. Se trata de una omisión que no resiste análisis técnico y que creemos que sólo puede explicarse como un error de redacción”.
Para el mundo cripto, se viene un 2026 donde Bitcoin, una vez más, estará en el centro del ecosistema. Allá vamos.
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