
Los estadounidenses enfrentarán a partir del Año Nuevo un doble golpe conformado por fuertes recortes en el gasto y aumentos impositivos, a menos que se llegue a un acuerdo presupuestario. ¿Podrían las negociaciones entre la Casa Blanca y el Congreso evitar el abismo fiscal?
Si esto no se logra en un plazo de semanas o meses, los impuestos aumentarán para todos los ciudadanos, desaparecerán determinadas exenciones impositivas y, además, entrarán en vigor los recortes presupuestarios automáticos.
El Pentágono se llevará la peor parte, pero en total se recortarían alrededor de mil programas gubernamentales y miles de empleados públicos recibirían licencias sin goce de sueldo o serían directamente despedidos. Los recortes representan alrededor de u$s 600.000 millones, o el equivalente al 4% del PBI: la fórmula para otra recesión con efectos colaterales globales y un segundo período funesto para Obama.
Incluso en este escenario, e independientemente de lo que suceda con el abismo fiscal, los republicanos quieren más recortes al gasto público a cambio de acordar un aumento del techo de endeudamiento de los EE. UU., probablemente en febrero.
Un acuerdo limitado antes del 1 de enero:
Lugo de la cumbre entre Obama y los líderes del legislativo del último viernes, se logró un acuerdo en el Senado, donde los demócratas tienen una pequeña mayoría. Pero ahora esto deberá tratarse en la Cámara Baja, controlada por los republicanos. El Presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quiere que cualquier propuesta cuente con el apoyo de al menos la mitad de los suyos. Los puntos principales discutidos en el Senado fueron los niveles de los aumentos impositivos para quienes tienen mayores ingresos, el plan de Obama de eliminar impuestos sucesorios, y también el tema de las mayores tasas sobre ganancias de capital y dividendos.
Ningún acuerdo antes del 1 de enero, pero sí poco después:
El abismo fiscal comienza como una pendiente, por lo que, incluso si el Congreso no llegaba a un acuerdo antes del 1 de enero, EE. UU. no iba a caer al abismo al día siguiente. En este escenario, el abismo fiscal sería más bien un salto bungee en el que el sistema rebota drásticamente a una especie de inmovilidad operativa.
Una demora podría significar un mejor acuerdo que abarque otros asuntos además de las tasas impositivas marginales más altas, tales como recortes presupuestarios automáticos, déficits en los pagos a médicos, cambios en el cálculo de jubilaciones o seguridad social y, en el mejor de los casos para los demócratas, un acuerdo con los republicanos para aumentar el límite de endeudamiento a comienzos de 2013. En este caso, los mercados financieros son la clave.
Un acuerdo de envergadura:
Esto fue lo que negociaron Obama y Boehner hasta hace dos semanas. El acuerdo representaba más de u$s 4 billones, el umbral mínimo para lograr la confianza de los mercados. Pero esto quedó fuera de discusión cuando Boehner encontró el rechazo de la línea más dura de su camarilla, quienes no aceptaron tasas más altas para los hogares con ingresos mayores a u$s 1 millón. Como resultado, la capacidad de Boehner para controlar a los suyos quedó empañada y el acuerdo pasó a manos del Senado..











