
La producción de crudo en Estados Unidos aumentó un 20% desde que Barack Obama fue elegido presidente del país, luego de más de tres décadas de contracción, mientras que en Canadá se incrementó 16% en el mismo período.
Sin embargo, la creciente demanda global, en particular proveniente de China, y la incertidumbre por Irán, está asfixiando el abastecimiento.
En Norteamérica, los precios promedian los u$s 3,80 el galón de nafta, acercándose al simbólico nivel de u$s 4 que para mucha gente significa que el costo de conducir un vehículo empieza a erosionar sus ingresos disponibles.
En lugares como California, Hawaii y lugares de la capital, Washington, ya superan los u$s 4.
Los republicanos, que atribuyen el aumento de producción al gobierno de George W. Bush, intentan relacionar el tema con el oleoducto de Keystone.
Este proyecto, la construcción de un oleoducto desde el oeste de Canadá hacia refinerías ubicadas en el Golfo de Estados Unidos, ha sido demorado por Obama después que e Departamento de Estado cuestionara la ruta.
Los candidatos republicanos hicieron campaña para las primarias en Alabama y Mississippi centrando su discurso en el precio del petróleo y el oleoducto, y acusan a Obama de impedir un boom energético local.
Newt Gingrich convirtió la frase “u$s 2,50 el galón de nafta” su lema de campaña.
Aunque los votantes comprendan que Obama tiene escaso control sobre los precios, los republicanos usan el tema para asegurar que el presidente apoya los valores altos para que sea mayor la dependencia de combustibles alternativos.
Obama ha dicho que logró “avances históricos” en lo que se refiere a reducir la dependencia del crudo extranjero y convertir a EE.UU. en un líder “global en energía limpia”.
“Gracias al boom de la producción de crudo y gas en EE.UU., a que los vehículos y camiones son más eficientes y a las refinerías de clase mundial que el año pasado fueron exportadores netos por primera vez en 60 años, hemos reducido las importaciones netas en 10% sólo el año pasado”, señaló Obama.
Un portavoz de John Boehner, líder de la Cámara de Representantes, criticó que “el presidente celebre su receta de nafta a cuatro o cinco dólares (...). Según los sondeos, la gente desaprueba su labor en los precios del combustible”. Un sondeo de ABC y Washington Post señala que sólo un 26% aprueba su manejo en los precios del crudo y un 52 % lo rechaza.
En realidad, las elecciones presidenciales de EE.UU. implican 50 comicios estatales, y el impacto regional por el aumento de precios es difícil de calibrar por las dificultades para distribuir a nivel nacional la mayor producción originada en Canadá o Dakota del Norte.
“La deficiente infraestructura provoca que gran parte del suministro quede detenido en el centro de EE.UU., con importantes disparidades de precios entre los estados del interior del país y los costeros”, según un informe del Trevor House of the Rhodium Group.
“Entre los estados indecisos, Michigan, Carolina del Norte y Iowa son los más golpeados, mientras que a Colorado y Pennsylvania les va relativamente bien”.
Cuando los precios subieron durante la crisis libia, EE.UU. y otros países avanzados coordinaron suministros desde sus reservas estratégicas, lo que redujo momentáneamente los precios.












