"¡Recuerden, recuerden el cinco de noviembre! Pólvora, traición y complot". Así reza la tradicional canción que los niños británicos han coreado en memoria de Guy Fawkes, el rebelde que intentó volar por los aires el Parlamento británico allá por 1605. Hoy en día, sin embargo, esas palabras tienen un matiz propio del siglo XXI: el 5 de noviembre de 2024, Estados Unidos celebrará sus próximas -y polémicas- elecciones presidenciales. Y con la cuenta regresiva en marcha, hay dos puntos clave que conviene entender. Primero: a pesar del drama que rodea a la administración del expresidente Donald Trump -y de su propio intento de insurrección el 6 de enero de 2021 tras perder las elecciones-, sería insensato descartar la posibilidad de su regreso. Las encuestas sugieren que actualmente Trump está codo con codo con Joe Biden en apoyo de los votantes, y que eclipsa al presidente en casi todos los estados indecisos [swing states] clave. Este último dato es muy importante, dada la naturaleza de las carreras presidenciales. La buena noticia (para quienes no apoyan a Trump) es que la historia electoral de EE.UU. demuestra que las primeras encuestas a veces pueden ser erróneas; por ejemplo, Barack Obama también se consideraba perdedor antes de la votación; luego demostró que las encuestas estaban equivocadas. Y Trump se enfrenta a grandes obstáculos. Está envuelto en una serie de acusaciones legales que podrían llevarlo a la cárcel; los donantes de Wall Street se están uniendo en torno a Nikki Haley, su rival republicana; e influyentes demócratas, como David Axelrod, han sugerido sustituir a Biden por un candidato más joven para atraer más apoyo de los votantes. Esa trama del 5 de noviembre podría cambiar por completo. Pero la mala noticia es que está claro que Trump domina actualmente la carrera de las primarias republicanas y conserva su energía retórica y populista. Sólo en la última semana, he recibido no menos de 67 mails de la campaña "Donald J. Trump para presidente", con asuntos como "El pueblo contra la tiranía", "¡Otro caso [legal] desestimado!", "El corrupto [crooked] Joe odia ver esto" y "¡Victoria sobre Soros!". Esta catarata de mails podría horrorizar a muchos, sobre todo porque algunos de ellos tienen tonos fascistas. Pero sospecho que es una golosina para los votantes estadounidenses que odian a la élite y/o están atravesando dificultades. Igualmente alarmante es una encuesta reciente del FT que dice que sólo el 14% de los votantes piensa que Biden ha mejorado su vida. El segundo punto clave a tener en cuenta es que si Trump es el candidato republicano de 2024, estará mucho mejor organizado que antes. Esto puede no parecer obvio para los espectadores; como describe el periodista Jonathan Karl en un mordaz libro, Tired of Winning [Cansado de ganar], al lanzamiento de su campaña de 2024 el año pasado asistieron pocos pesos pesados. Y la campaña de Trump en 2016 fue caótica. Lo recuerdo bien: en su fiesta de la noche electoral en Manhattan, sus acólitos parecían tan aturdidos por el inesperado resultado que la gente entró sin controles de seguridad. Más tarde, cuando visité a Trump ya en la Casa Blanca, su equipo aún estaba tan verde que ni siquiera sabían cómo usar el sistema de reserva de visitantes. Pero esta vez es diferente. En 2017, el grupo de Trump tenía un equipo tan chico que para dotar al gabinete recurrió a figuras del establishment como Gary Cohn, Rex Tillerson y HR McMaster. Es poco probable que la mayoría de ellos vuelvan. (La única excepción notable, según me han dicho, sería Steven Mnuchin, exsecretario del Tesoro. Si es así, esto ofrecerá un mínimo de consuelo para los inversores, ya que Trump había delegado gran parte de las políticas económicas y financieras en Mnuchin, y Wall Street lo consideraba una persona más o menos confiable). Pero si gana un segundo mandato, es casi seguro que Trump recurrirá a figuras menos convencionales para su gabinete. En marcado contraste con 2016, sus militantes ya se están preparando. En particular, dos think-tanks con sede en Washington -Heritage y el America First Policy Institute (AFPI)- se están apurando para desarrollar equipos y políticas de transición. Heritage, por ejemplo, ha publicado un plan de más de 900 páginas bajo la etiqueta "Proyecto 2025". Estos dos grupos compiten y colaboran, a veces de forma desordenada. Pero su influencia puede verse en el sitio web de la Agenda47 de Trump, que incluye promesas políticas como planes para deportar a inmigrantes, crear ciudades con carpas para los sin techo, relocalizar la industria farmacéutica en EE.UU., echar a los burócratas opositores a Trump, imponer más aranceles comerciales, recortar los precios de la energía, etc. Los equipos de AFPI y Heritage también están creando listas de candidatos, basadas no sólo en sus habilidades, sino también en sus simpatías ideológicas (es decir, si son leales a Trump en las redes sociales). Según Axios, el objetivo es crear un "ejército de hasta 54.000 leales a Trump en todo el Gobierno". Mientras tanto, los funcionarios están preparando herramientas legales para revertir la Ley de Reducción de la Inflación de Biden y expulsar de su cargo a los burócratas que no les gustan (a través de un proceso llamado Schedule F) - por nombrar sólo algunos mecanismos potenciales. Podría resultar una pérdida de tiempo. Pero el punto clave es el siguiente: tanto si odias a Trump como si lo amas, no lo subestimes. Realmente podría ganar en 2024. Hasta entonces, cualquiera que vea, viva o invierta en EE.UU. debería mirar esa página web de Agenda47. Especialmente si te deja horrorizado - y preocupado por nuevas variantes de "traición y complot".
No hay que descartar la posibilidad de un regreso de Donald Trump