Estaban allí en el glorioso día de verano en que Mitt Romney lanzó su primera gira de campaña para las elecciones presidenciales. El acto que tuvo lugar en una chacra de New Hampshire en junio había sido meticulosamente organizado, los fardos de heno apilados detrás del escenario, su llegada y luego su partida en un autobús preparado para llevarlo en una gira por seis de los estados del corazón de Estados Unidos llamada "Cada pueblo cuenta".


Sin embargo, un avión ligero enviado por un grupo de activistas de izquierda sobrevolaba el lugar con un cartel que transmitía un mensaje diferente - Cada millonario cuenta. Esta maniobra, que pasó prácticamente inadvertida ese día, fue un adelanto del ataque político a la suerte financiera de Romney.


A juzgar objetivamente, el rival republicano de Barack Obama ya debería estar preparando sus valijas para mudarse a la Casa Blanca. Ningún presidente de EE.UU. ganó una reelección con todos los puntos negativos que Obama tiene un su haber - desempleo persistentemente alto, nivel de aprobación de menos de 50% y una mayoría de estadounidenses que siente que el país va en la dirección equivocada. La primera prueba electoral de Obama en las elecciones legislativas de mitad de mandato, que tuvieron lugar en 2010, los republicanos arrasaron.


Para sus partidarios, Romney siempre fue un líder natural - enérgico, competente, amable y capaz de dedicarse a su familia y desempeñar un rol de liderazgo en la Iglesia Mormona al mismo tiempo que hacía su fortuna en el mundo empresarial.


Después de unos meses de trabajo junto a Romney en la década de 1980, Philip Barlow, ahora profesor de Historia y Cultura Mormona en Utah State University, recuerda haber llamado a su madre para decirle que su colega podía llegar a ser presidente de EE.UU..


Romney, que entonces tenía treinta y tantos años y estaba dedicado de lleno a su carrera en finanzas, trabajó con Barlow como clérigo secular en su iglesia parroquial de Boston. Juntos, organizaban los servicios dominicales, ayudaban a los mormones con sus traslados y asesoraban a las familias con respecto a temas de salud. Más que su dedicación, lo que llamaba la atención de Barlow era la clase de Romney. "Podía estar en su traje de baño o con la camisa desabrochada y conservar la elegancia y refinación al mismo tiempo. No es una actuación", comentó Barlow.


Romney, de 65 años, nació en nació en medio de la riqueza y el poder. Su padre, George, fue presidente de American Motors (que luego fue adquirida por Chrysler) y más tarde gobernador de Michigan. Pero Romney se abrió su propio camino como cofundador de la firma pionera de private equity Bain Capital. Luego, ocupó el cargo de CEO de las Olimpíadas de Invierno de Salt Lake City 2002 y las convirtió en uno de los eventos más exitosos del país. También fue gobernador de Massachusetts durante cuatro años, hasta 2007.


Es una persona exitosa. Es exitoso como esposo y padre, en la política, en los negocios y como líder de su comunidad, dijo el Senador de Florida Marco Rubio, la nueva estrella de los republicanos.


Nadie duda del éxito de Romney en los negocios. Se estima que su fortuna ronda u$s 250 millones y sus declaraciones de impuestos, tan extensas como una novela rusa, así lo demuestran. Éstas reflejan que Romney ganó sumas considerables como resultado de sus inversiones - u$s 21,6 millones en 2010 y u$s 13,7 millones el año pasado - mientras que pagaba la tasa más baja de impuesto a las ganancias de capital. Las declaraciones de impuestos del candidato también mostraban sus inversiones en lugares tales como las Islas Caimán. Pero estas habilidades empresariales no se reflejan totalmente en su política presidencial. Luego de las convenciones celebradas por los dos partidos a fines de agosto y a principios de septiembre, las encuestas nacionales reflejaban un empate. Desde entonces, la campaña de Romney se tambalea.


A principios de septiembre, dos de los seis estados a los que Romney apuntó en su gira de junio - Michigan y Pennsylvania - se inclinaron a favor de Obama. En el disputado estado de Ohio, el candidato republicano empezó a perder ímpetu, lo que hace el camino a la victoria peligrosamente difícil.


Dos semanas más tarde, apareció un artículo en Politico, la publicación de Washington, que describe con lujo de detalles los conflictos que existen dentro del equipo de Romney, con extensas citas anónimas que defenestran al candidato y a su campaña.


Mientras que su equipo trataba de enderezar el barco, un discurso pronunciado por Romney en mayo en un evento destinado a recaudar fondos en Florida fue grabado secretamente y subido a internet. El candidato dijo que el 47% de los estadounidenses que no pagan el impuesto federal a las ganancias se creían "víctimas" con derecho a recibir, comida, vivienda gratuita y otros beneficios del gobierno. "Mi función es no preocuparme por esas personas", dijo Romney, cuyas palabras todavía lo atormentan. Recién el jueves pasado, el candidato se disculpó por sus comentarios y dijo que habían sido "totalmente equivocados".


En un acto que tuvo lugar en Miami unos días después de la filtración de la grabación, Romney fue presentado por su hijo Craig en un auditorio no del todo lleno. Hablando en inglés y en un fluido español - que aprendió cuando misionaba en Chile - Craig recordó la ansiedad que sintió cuando su padre decidió postularse a la presidencia. Conozco a mi papá. Es un hombre de gran integridad y con mucha experiencia. Pero me preocupaba que los votantes no llegaran a darse cuenta de eso", dijo el joven Romney.


EE.UU. tuvo presidentes acaudalados antes. Teddy Roosevelt se pronunció contra "los malefactores de la gran riqueza" a principios del siglo XX, ganándose la reputación de "traidor de su clase". De manera similar, Franklin D. Roosevelt, otro presidente de familia adinerada, asumió la presidencia en la década de 1930 y se enfrentó a los "monarcas económicos". Robert Reich, secretario de Trabajo durante la presidencia de Bill Clinton, quien citó estos ejemplos, dijo que el caso de Romney es diferente. "No es un traidor de su clase. Es un patrocinador de su clase. Ésta ha acumulado tanto poder y tanta riqueza que nuestra economía y nuestra democracia están seriamente amenazadas. Romney no sólo representa este problema, es la encarnación del mismo", afirmó Reich.


La carrera de Romney hacia la Casa Blanca hace recordar otras campañas ganadoras - y perdedoras- Al igual que John Kennedy, el primer católico que fue electo presidente, Romney es un pionero de la religión Mormona.


Su ambición también recuerda el esfuerzo de George W. Bush por recuperar el prestigio de su familia después de que su padre fue derrotado tras un solo período en el cargo. En 1968, Romney padre fue considerado para convertirse en el candidato republicano a la presidencia. Su campaña implosionó cuando a su regreso de Vietnam se quejó de que los generales le habían "lavado el cerebro". Richard Nixon ganó la nominación y la Casa Blanca.


Mitt Romney tiene una personalidad estable e inmutable en la campaña electoral, así se encuentre en un parque de atracciones en Florida, una sala de música en ruinas en Ohio o en una granja familiar en Iowa. Erguido, guapo y juvenil, se ve como un CEO inmaculadamente vestido en ropa informal para un día fuera de la oficina.


Su vida personal es igualmente estable. Hace más de cuatro décadas que está casado con Ann, su novia de la secundaria. Sus cinco hijos, que tienen entre 31 y 42 años, han permanecido siempre cerca de la iglesia y de sus padres. Todos están dedicados a la campaña presidencial de su padre.


La misma regularidad es evidente en sus estudios médicos, dados a conocer junto con sus declaraciones de impuestos en septiembre. Su médico de más de 20 años lo describió como un hombre uerte, con reservas de energía y fuerza asegurada gracias a su abstinencia al alcohol y al cigarrillo y a una rigurosa dieta rica en fibra.

Traducción: Natalia Alvarez