
Cuando Sochi, ciudad turística del Mar Negro, dé la bienvenida a deportistas el 7 de febrero, será exhibición más que deporte. Rusia, anfitriona de los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, quiere caracterizar su regreso al escenario mundial no solo como una cuna de cultura y civilización, sino como una potencia mundial resurgente.
Por ahora, Sochi es una fortaleza. Ante amenazas de ataques terroristas de insurgentes yihadistas en el norte del Cáucaso, Moscú transformó la ciudad y las sedes olímpicas de las laderas adyacentes al Cáucaso en una zona acorazada cerrada a toda persona menos a los deportistas.
La sensación de amenaza se extiende más allá de Sochi. En contraste con la imagen de confianza, en las celebraciones olímpicas, Moscú quiere transmitir que Rusia está atravesando una crisis existencial.
No solo que los rusos siguen lamentando la pérdida del status de superpotencia, sino que, además, el país lucha contra la disminución de la población, una base industrial tambaleante y la hostilidad que percibe en su contra en todos los frentes.
¿A dónde fue a parar nuestro país? es el lamento que comparten cientos de entrevistados -partidarios y críticos de sistema socialista caduco- por Svetlana Alexievich, periodista bielorrusa.
Los economistas hace tiempo que sostienen que Rusia debe equilibrar su excesiva dependencia de los recursos naturales invirtiendo más de sus ingresos provenientes del petróleo en modernizar su infraestructura.
Pero un largo período de precios elevados, previo a la crisis financiera, incentivó poco al cambio. Y para cuando estalló la crisis, los intereses de las súper poderosas compañías estatales de energía estaban tan afianzados que los partidarios de la reforma interna no pudieron forzar el cambio.
Perdimos nuestra base de producción, sostiene Yury Krupnov, analista del Instituto de Demografía, Inmigración y Desarrollo Regional de Moscú. Nos volvimos adictos a un modelo económico basado en las exportaciones de commodities.
En el exterior, Putin generó la impresión de una Rusia resurgente con dos victorias contundentes en materia de política externa: la iniciativa de Siria de Moscú, que contribuyó a un acuerdo para destruir las armas químicas del país, y su desbaratamiento del intento de Ucrania de acercarse a la Unión Europea.
Pero los observadores consideran que estos son movimientos tácticos de corto plazo de un país que se siente asediado. Es raro que pase un día sin que Moscú intercambie frases duras con algún gobierno occidental en relación con el registro de derechos humanos o el tratamiento de las minorías de Rusia.
El rápido crecimiento que Rusia había mantenido junto con otros mercados emergentes del BRIC también está llegando a su fin. Moscú considera que el producto interno bruto creció solo 1,4% en 2013. Si bien los datos a punto de revelarse pueden reflejar un aumento en el cuarto trimestre, es probable que esto solo traiga alivio temporal.
Es probable que el primer trimestre muestre un panorama muy desalentador porque el mismo período del año pasado fue bastante sólido, afirma Chris Weafer, socio senior de Macro Advisory, una consultora de Moscú. Como muchos otros analistas, considera que las reformas estructurales de la economía rusa aplazadas por tanto tiempo deben implementarse ahora.
Putin sorprendió cuando admitió por primera vez que las fallas en la política interna tenían la culpa del crecimiento lento.
Pero esto no es novedad para los inversores. El crecimiento de la inversión fija se detuvo por completo a fines del año pasado y tanto los empresarios rusos como los ejecutivos extranjeros afirman que precisan que Moscú les asegure que la propiedad privada estará protegida y que los tribunales podrán operar en forma independiente.
Desafortunadamente, Putin jugó un papel fundamental a la hora de desestabilizar a los inversores. Su proceso a Mikhail Khodorkovsky, quien alguna vez fue el hombre más rico de Rusia y co-propietario de Yukos, por entonces la petrolera más grande del país, marcó el fin de una etapa de reformas económicas y judiciales en el primer mandato de Putin.
Si bien sorprendió al mundo el mes pasado cuando liberó a Khodorkovsky luego de 10 años de cárcel, no queda claro si esto anuncia un cambio de curso.
Hace poco, el presidente propuso reestablecer el derecho de los fiscales de iniciar investigaciones impositivas en compañías por su propia cuenta, lo cual los empresarios temen que pueda provocar corridas de negocios inducidas por motivos políticos.
Traducción: Viviana L. Fernández











