En diciembre de 1965, el presidente de Estados Unidos Lyndon Johnson citó al entonces presidente de la Reserva Federal William McChesney Martin en su estancia de Texas y después de ordenar que todos salieran de la sala lo empujó contra una pared y le ordenó que deje de subir las tasas de interés.

Martin, famoso por decir que el rol un banco central es llevarse la ponchera justo cuando la fiesta empieza a ponerse mejor, se mantuvo firme e inicialmente siguió aumentando las tasas. Pero en noviembre de 1966 comenzó a ablandar la política monetaria se podría decir que ayudó a que surgiera la "estanflación" que persiguió a la economía norteamericana en la década de los setenta y fue confirmado en el cargo en 1967.

Ese es el precedente de lo que ocurrió la semana pasada, cuando el presidente Donald Trump rompió con la tradición moderna de públicamente criticar las alzas de tasas de interés de la Reserva Federal. Si bien el presidente no recurrió al contacto físico de Johnson, e insistió en que dejará al banco "hacer lo que sienta que es mejor", sus opiniones no fueron menos claras.

"No estoy entusiasmado", dijo Trump en una entrevista con CNBC. "Porque subimos y cada vez que subes quieren subir las tasas nuevamente. En realidad, no estoy contento con eso".

Los mercados financieros, acostumbrados a la presidencia poco ortodoxa de Trump, mayormente ignoraron sus comentarios. El dólar se debilitó algo, pero el mercado del Tesoro no se movió y las expectativas para las tasas de interés, que surgen de los futuros de fondos federales, apenas cedieron. Todavía se esperan otras dos subas de un cuarto de punto para este año, lo que colocará el corredor de las tasas de interés en 2,25-2,50%.

Las expectativas de un mayor endurecimiento de la Fed reflejan el estímulo fiscal de Trump, dado que la economía que crece a un ritmo anualizado de 4% el trimestre pasado. Si bien el mercado de bonos espera que la Fed deje de endurecer a fines del año próximo, Estados Unidos actualmente sobresale entre las economías en cuanto a las expectativas de crecimiento y de tasas de interés. Eso ayudó a impulsar el dólar y las tasas de endeudamiento a corto plazo.

Win Thin, estratega cambiario de Brown Brothers Harriman, dijo que el impacto más evidente sobre el dólar se debió principalmente al posicionamiento en el mercado, y no a que los grandes inversores hacen grandes cambios en respuesta a Trump. Él duda que incluso los repetidos comentarios vayan a vencer la trayectoria basada en los fundamentals de las tasas de interés o del dólar. "Ningún presidente quiere tasas altas, simplemente sucede que ninguno lo dice tan abiertamente", dijo. "Pero Trump no tiene ningún control sobre la política monetaria o sobre las monedas, por lo que puede presionar todo lo que quiera".

La indiferente respuesta a la intervención de Trump se basa en la idea de que el actual presidente de la Fed Jay Powell es más severo que Martin y que el siguiente presidente del banco central durante la presidencia de Nixxon, Arthur Burns, quien avivó las llamas de la estanflación manteniendo las tasas demasiado bajas en los setenta.

"Estoy seguro de que en el algún lugar Jay Powell está dándose la cabeza contra la pared. Pero probablemente no vaya a cambiar demasiado su decisión", dijo Guy LeBas, estratega jefe de renta fija en Janney Capital Management. "Podría llegar a reducir la voluntad de las autoridades de elevar las tasas, pero es un factor chico entre muchos".

Lo que también disminuye el impacto es que las personas que eligió Trump para cubrir las vacantes en el directorio de la Fed han sido apolíticas, señaló Frederic Mishkin, profesor de economía en la Columbia Business School y ex gobernador de la Fed.

"Sabemos que Trump es un "tipo al que le gustan las tasas de interés bajas", al igual que la mayoría de los desarrolladores inmobiliarios, pero no queda claro cuánta presión realmente ejercerá sobre la Fed", agregó. El ex presidente de la Fed Ben Bernanke también fue ferozmente criticado por los republicanos, especialmente por mantener bajas las tasas de interés, pero las decisiones en cuanto a la política no se vieron afectadas", continuó Mishkin.

De hecho, otro ex alto funcionario de la Fed dijo que el banco central probablemente se había preparado para cierto tipo de ataque público desde que Trump fue electo. La manera en que se condujo el trumpismo en los últimos dos años sugería que finalmente el presidente quejaría de eso, dijo.

Sin embargo, los comentarios desconciertan a algunos inversores, analistas y economistas, y claramente "son un acontecimiento preocupante para la institución, los mercados y la economía", según Krishnna Guha, director de política global y estratega en Evercore ISI.

"Trump no hizo una critica total a la independencia de la Fed y de todos modos no podría hacerlo porque la Fed responde al Congreso, no a la administración. Sin embargo, esto tampoco es insignificante", agregó.

La pregunta que se hacen muchos ahora es si la semana pasada representó un comentario único de Trump o si es el comienzo de una campaña más sostenida y ruidosa contra el banco central norteamericano y sus políticas.

Si así fuera, podría conducir a dos resultados: La Fed podría volverse más cautelosa con la política monetaria más restrictiva, para no convertirse en un blanco más frecuente de la cuenta de Twitter del presidente; o lo que es más probable, incluso podría volverse más contractiva para evitar que parezca indebidamente influenciada por Trump.

El funcionario de la Fed dijo que éste último es el resultado más probable, con los comentarios de Trump garantizando en gran medida que habrá una suba de tasas en septiembre, independientemente de si la reciente tensión comercial se intensifica aún más o de lo que señalen los datos económicos.

"El directorio está decidido a hacer una suba en septiembre", aseguró. "Todo presidente del banco central conoce la historia moralista de Arthur Burns y ninguno quiere ser el nuevo Arthur Burns".