En febrero de 2018, los mercados registraron un brote de volatilidad que arrastró a Wall Street desde sus máximos históricos, lo que llevó a algunos a calificarlo como un "virus". Casi dos años más tarde, y con las acciones estadounidenses de nuevo cerca de un pico, los inversores se preguntan si un verdadero virus podría despertar algo más de dramatismo en los mercados.

Los optimistas podrían mencionar la relativa resistencia del "indicador de miedo" del mercado, el índice de volatilidad CBOE -o Vix - que refleja el costo de comprar opciones a corto plazo en el S&P 500. Este año, el índice restó importancia a las mayores tensiones entre EE.UU. e Irán. Pero los efectos adversos de una pandemia global podrían tener un impacto superior en uno de los factores que todavía logra inquietar los índices de volatilidad: las expectativas de crecimiento económico.

La rápida distensión entre Washington y Teherán disipó la preocupación por el impacto sobre la economía global mediante un alza de los precios del petróleo. Eso ayudó a que el Vix volviera a 12, el mínimo de casi dos meses -muy inferior al promedio de 17 registrado en los últimos 10 años- y preparó el camino para que las acciones estadounidenses registraran una serie de máximos históricos en sesiones posteriores.

Ese estallido en Medio Oriente tampoco perturbó una racha de tres meses en la que el precio de cierre del S&P 500 se movió menos de 1% en cualquier dirección. Ésta es una de las rachas más largas del último medio siglo.

La tranquilidad no sólo se mantuvo en la renta variable. La semana pasada, el índice de volatilidad de JPMorgan Global FX alcanzó un mínimo histórico, mientras que el índice de volatilidad de los bonos del Tesoro elaborado por Bank of America tocó su punto más bajo en ocho meses. Mientras tanto, los diferenciales de los CDS (credit default swaps) de grado de inversión, que reflejan el riesgo de que las empresas de mayor calidad no paguen los intereses, hace años que no son tan bajos.

"Si el crecimiento se contrajera considerablemente por alguna razón, creo que tendremos movimientos más grandes", dijo Kathryn Kaminski, estratega jefe de investigación del Grupo AlphaSimplex.

El brote de coronavirus en China podría causar esa contracción. El virus se ha extendido a varios países asiáticos y ya hay cuatro casos confirmados en suelo estadounidense. Los analistas comenzaron a reflexionar sobre el impacto que en 2003 tuvo la epidemia de Sars en las economías asiáticas, particularmente en el gasto de los consumidores.

Los economistas de Goldman Sachs sostienen que el efecto negativo en el crecimiento y en los precios de los activos que generan los brotes virales normalmente se desvanecen en unos pocos meses. Pero es poco probable que cualquier golpe a la economía sea bien recibido por los inversores en un momento en que están posicionados para que el crecimiento se acelere.

Los flujos de los fondos de renta variable, que tienden a estar estrechamente vinculados al crecimiento mundial, experimentaron un fuerte aumento desde fines de octubre. Los inversores colocaron un total de u$s 66.000 millones en fondos cotizados (ETFs) de acciones y fondos de inversión durante el período, lo que revirtió los flujos de salida de los 10 meses anteriores, según el Deutsche Bank.

Los inversores pasaron buena parte de 2019 preocupados por las perspectivas de crecimiento, y en particular durante el verano boreal, cuando la volatilidad tocó algunos de los niveles más altos del año.

Desde entonces, el mercado se alejó del precipicio. Sin embargo, los analistas afirman que existe un choque entre el nuevo optimismo y los datos económicos, que no son precisamente sólidos. "La gente está mucho más expuesta a las acciones en un momento en el que el crecimiento todavía no se ha recuperado", dijo Parag Thatte, estratega del Deutsche Bank.

Otro factor que explica la débil reacción del mercado a los recientes riesgos geopolíticos son las medidas de los bancos centrales. Su continuo apoyo, mediante tasas de interés bajas y programas de compra de activos, es considerado una de las principales razones de la mínima volatilidad.

Por ese motivo los hedge funds siguen apostando a que el mercado de valores mantendrá la calma, según las posiciones cortas netas en el Vix rastreadas por la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas.

A fines de 2017, dichas posiciones cortas netas marcaron un récord, y un par de meses más tarde un episodio de agitación relacionado con la implosión de varios fondos vinculados al Vix provocó una rápida corrección. Hace dos meses, las posiciones cortas netas en el Vix volvieron a alcanzar un nuevo máximo, porque los hedge funds apostaban fuerte a que no volvía la volatilidad, aunque esas posiciones se han recortado desde mediados de noviembre.

El problema de mantener una postura tan complaciente es que cuando algo perturba el mercado, aumenta la posibilidad de que se produzca una fuerte venta masiva. En un momento en el que los inversores no vieron ninguna fluctuación diaria significativa desde mediados de octubre, cuando EE.UU. selló un limitado acuerdo comercial con China, cualquier cosa que realmente perfore la calma podría terminar siendo un duro golpe.

Traducción: Mariana Oriolo