El dólar se estabilizó tras el peor inicio de año desde 1973, impulsado por la resiliencia de la economía estadounidense, que llevó a algunos inversores a alejarse de las apuestas bajistas sobre la moneda.
El índice dólar -un indicador de la fortaleza de la divisa frente a sus principales rivales- se desplomó en la primera mitad del año ante las preocupaciones de que la guerra comercial de Donald Trump perjudicara el crecimiento, sumadas al nerviosismo por el rápido aumento de la deuda soberana.
Sin embargo, la moneda subió un 1,6 % en lo que va del mes -encaminándose a su primera ganancia mensual de 2025- gracias a una serie de sólidos datos económicos que ponen en duda la necesidad de nuevos recortes de tasas de interés por parte de la Reserva Federal. El dólar mantuvo esas ganancias a pesar de una breve caída tras informes de que el presidente consideraba destituir al titular de la Fed, Jay Powell.

"La economía y el mercado laboral de Estados Unidos están resistiendo mejor de lo esperado, lo que permite a la Fed mantener las tasas estables pese a las críticas de la administración Trump", dijo Lee Hardman, analista senior de divisas en MUFG.
Las cifras recientes muestran que la economía estadounidense sumó 147.000 empleos el mes pasado, un dato sorprendentemente robusto que sugiere que el mercado laboral está resistiendo el impacto de los aranceles de Trump. Además, la inflación anual de junio superó las expectativas al situarse en el 2,7 %, lo que da más argumentos a los responsables de la Fed que quieren ver más pruebas del impacto de los gravámenes a las importaciones sobre los precios antes de bajar el costo del crédito.
Actualmente, los operadores en mercados de futuros esperan solo uno o dos recortes adicionales de un cuarto de punto antes de fin de año, frente a los dos o tres que anticipaban a comienzos de mes.
"La Fed no tendrá prisa en volver a flexibilizar su política", afirmaron los analistas de Brown Brothers Harriman, en función de la evidencia reciente sobre la salud de la economía.
Muchos de los riesgos que llevaron al dólar a su peor inicio de año desde 1973 siguen presentes, advierten los inversores. Los ataques de Trump a la independencia de la Fed podrían debilitar la moneda si se intensifican, mientras que los fuertes aranceles a muchos socios comerciales de EE. UU. entrarían en vigor a principios de agosto, salvo que la Casa Blanca logre una serie de acuerdos comerciales.
Pero incluso los bajistas del dólar consideran que, tras la fuerte caída de la moneda, era previsible un periodo de consolidación. "Mantenemos una visión bajista [sobre el dólar] a mediano plazo, pero el riesgo de un repunte durante el verano ha aumentado", señalaron analistas de Bank of America.
Otros ven condiciones para una recuperación más significativa. Flavio Figueiredo, responsable global de divisas en Citi, comentó que los mercados empezarán a enfocarse más en el crecimiento económico -impulsado por recortes de impuestos y otras políticas- a medida que la "niebla de incertidumbre" creada por la guerra comercial se disipe en los próximos meses.
"Todo eso impulsará el crecimiento en EE. UU.", añadió. "Creo que eso será positivo para el dólar".
Mientras tanto, parte del optimismo que impulsó al euro por encima de los 1,18 dólares frente al dólar a principios de este año se desvaneció en los mercados. Según los analistas, los comentarios de funcionarios del Banco Central Europeo advirtiendo sobre la fortaleza del euro favorecieron su debilitamiento, mientras que la amenaza de Trump de imponer aranceles del 30% a la UE afectó la confianza.
De acuerdo con la bolsa de derivados CME Group, el volumen de opciones de venta ("puts") sobre el euro -apuestas a que su valor caerá frente al dólar- superó en lo que va de mes a las opciones de compra ("calls"). Entre marzo y junio, los inversores apostaron más fuertemente por las opciones de compra sobre la moneda única, anticipando su fortalecimiento.
"Probablemente hubo cierto entusiasmo por la posibilidad de que el euro llegara a 1,20 dólares, bajo la idea de que un deterioro moderado de los datos sería suficiente para apostar por una Fed más flexible", señaló Francesco Pesole, estratega de divisas en ING. "Pero los datos desde entonces simplemente han ido en la dirección opuesta".















