
Cuando los nuevos líderes de China asuman el poder la semana próxima, los observadores tratarán de discernir la futura dirección del país en base a cómo estén alineados.
Pero la apertura del 18º Congreso Nacional del partido comunista ayer dejó en claro que tendrán poco margen de acción y que el liderazgo del partido no está con ánimo de ceder en lo que reclama una creciente cantidad de chinos: la reforma política.
Xi Jinping, el hombre que supuestamente asume como jefe del partido en reemplazo de Hu Jintao, estuvo presente durante toda la sesión sentado con la cabeza gacha, resaltando párrafos de la impresión con el discurso que estaba pronunciando Hu.
Hu dedicó gran parte de sus 90 minutos de alocución a machacar el acérrimo compromiso del liderazgo de fortalecer el control del poder que tiene el partido, de consolidar su control sobre la sociedad y de transmitir sus tradiciones ideológicas. No debemos tomar el viejo sendero cerrado y rígido, ni debemos tomar el funesto camino del cambio de banderas y pancartas, aseguró.
Recalcó que el partido necesita mejorar la forma en que usa su monopolio político y maneja la sociedad para minimizar el malestar. También dedicó largos párrafos a recitar el catálogo de enseñanzas ideológicas del partido.
Las referencias no sorprendieron teniendo en cuenta que Hu tenía a su predecesor mirándolo sobre su hombro. Jiang Zemin, el ex presidente de 86 años que entregó el poder hace diez años, entró a la sala con Hu y se sentó a su izquierda.
Tras veintitrés años de las represalias de Tiananmen, crece el debate dentro y fuera del partido sobre cómo reformar el sistema para abordar las crecientes expectativas de la clase media, la corrupción y la falta de responsabilidad que asume la élite y las mayores presiones sociales.
Algunos analistas sugieren que Xi podría convertirse en un líder más audaz que Hu porque es el primero que no recibe el cargo de una figura revolucionaria. Tanto Hu como Jiang fueron elección de Deng Xiaoping, el arquitecto de las reformas de mercado de China y veterano de Marcha Larga.
Pero a decir por la coreografía de este encuentro altamente ceremonial, las manos de los futuros líderes podrían estar atadas por las concesiones que tienen que hacer a sus predecesores.











