
Después de semanas de amenazas, tácticas dilatorias y proyectos diseñados para destripar la ley de salud de Obama, combinadas con un cierre del gobierno y la posibilidad de un default soberano, la retirada de los republicanos fue prácticamente total.
Hemos perdido esta batalla, aseguró John McCain, el senador republicano por Arizona.
La amargura en las filas republicanas es sumamente profunda por el hecho de que McCain, y muchos de sus colegas, habían advertido durante semanas que los conservadores perderían la batalla por el presupuesto contra los demócratas si centraban su lucha en el Obamacare.
John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes, también había señalado a sus miembros que se dirigían hacia un seguro fracaso si condicionaban la aprobación del presupuesto a que la Casa Blanca vaciara la propia ley de Obama. Pero presionado por el Tea Party, Boehner hizo exactamente eso, por lo que quedó con poco margen de movimiento cuando la Casa Blanca lo retó y los republicanos del Senado lo abandonaron esta semana.
Con los demócratas negándose a aceptar cualquier cambio a las reformas de salud como parte de las negociaciones del presupuesto y del límite de endeudamiento, los líderes del Senado cerraron filas para negociar un compromiso, que fue anunciado ayer.
La posición de los líderes de Washington, incluyendo a Obama, se vio debilitada durante las dos semanas en que estuvo cerrado el gobierno. Pero los republicanos se llevan la peor parte, porque quizás tengan ahora menos chances de ganar en las elecciones parlamentarias del año próximo, especialmente en el Senado. La guerra civil republicana está dañando la reputación del partido entre los votantes norteamericanos.
El acuerdo sellado entre Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado, y Mitch McConnell, líder de la bancada republicana, terminará con el cierre del gobierno y permitirá que éste se siga financiando hasta principios del año próximo.
También se reinician las negociaciones por el presupuesto, lo que significa que las peleas fiscales continuarán. El paquete no contienen concesiones sustanciales en lo que se refiere a la reforma de salud. Este paquete es un chiste, pero todos los días se aprende algo nuevo, comentó Lindsey Graham, senadora por Carolina del Norte. Estaremos con esto otra vez en un par de meses.
Pero pese a que los dos lados se preparan para enfrentarse en su perennes guerras por el presupuesto, la Casa Blanca cree que sentó un importante precedente: que no negociará ningún presupuesto bajo la amenaza de un default soberano.
La Administración Obama le dio la bienvenida al compromiso del Senado, pero aseguró que las dos semanas de paralización del gobierno fueron negativas para la economía y los ingresos del norteamericano común. Ya se pagó un precio, aseguró Jay Carney, vocero de Obama.











