No es Venecia: en este encantador pueblo del siglo 13 no hay rutas y todos se transportan en barcos y veleros
Un rincón idílico en los Países Bajos donde la naturaleza y la tranquilidad conviven con la historia.
En el corazón de los Países Bajos, existe un destino que parece escapado de un sueño. Este país, conocido por sus tulipanes y molinos, esconde lugares únicos que capturan la esencia de una vida apacible y en armonía con el entorno. Desde la arquitectura tradicional hasta los paisajes naturales, cada rincón ofrece una experiencia inolvidable.
Entre estas joyas, Giethoorn se destaca como un pueblo singular donde las carreteras son reemplazadas por canales. Conocido como la "Venecia del Norte", este lugar combina historia, naturaleza y un estilo de vida único que atrae a miles de turistas cada año.
Su origen, sus costumbres y su entorno hacen de Giethoorn un destino imprescindible para quienes buscan hacer un viaje diferente y descubrir uno de los rincones mejor guardados de Europa.
Historia de un pueblo singular
Fundado en el siglo XIII por un grupo de refugiados mediterráneos, Giethoorn tiene una historia tan fascinante como su paisaje. Su nombre proviene de "Geytenhoren", en referencia a los cuernos de cabra que se encontraron tras una inundación en 1170. Este evento marcó el inicio de un asentamiento que más tarde se convertiría en un pueblo único.
Los primeros habitantes excavaron canales para transportar turba, una actividad económica clave de la región. Estos canales, diseñados originalmente para el comercio, dieron forma al paisaje actual del pueblo. Las pequeñas islas formadas por esta red de agua se conectaron mediante puentes de madera, creando una configuración que ha perdurado durante siglos.
Un estilo de vida en armonía con el agua
En Giethoorn, la vida diaria transcurre al ritmo de los canales. En lugar de coches, los residentes utilizan barcas para desplazarse, mientras que los visitantes pueden explorar el pueblo en "whisper boats", embarcaciones eléctricas que garantizan un paseo silencioso y sostenible. Esta ausencia de vehículos motorizados asegura una tranquilidad inigualable y contribuye a la preservación del medio ambiente.
Además de sus canales, Giethoorn cuenta con cerca de 180 puentes que conectan las viviendas tradicionales con techos de paja y jardines cuidadosamente mantenidos. Estos detalles arquitectónicos, junto con el entorno natural, hacen que cada rincón del pueblo sea digno de admiración y fotografiado por quienes lo visitan.
Naturaleza y cultura para descubrir
Rodeado por el Parque Nacional Weerribben-Wieden, Giethoorn es un paraíso para los amantes de la naturaleza. Este espacio protegido ofrece la oportunidad de explorar una rica biodiversidad a través de actividades como senderismo, ciclismo y paseos en barco. Los paisajes del parque complementan la belleza del pueblo, creando un entorno único para disfrutar.
La oferta cultural también es notable. Giethoorn alberga museos como el 't Olde Maat Uus, que narra la historia local y permite a los visitantes comprender mejor las tradiciones y el modo de vida de sus primeros habitantes. Esta combinación de cultura y naturaleza enriquece la experiencia de quienes deciden visitar este rincón especial de los Países Bajos.
Turismo sostenible en Giethoorn
La estructura del pueblo y su estilo de vida convierten a Giethoorn en un modelo de turismo sostenible. La ausencia de carreteras fomenta el uso de medios de transporte no contaminantes, como bicicletas y barcas eléctricas. Los visitantes pueden recorrer los canales sin alterar la paz que caracteriza al lugar, disfrutando de una experiencia respetuosa con el medio ambiente.
La gastronomía local también se suma a este atractivo. Los restaurantes ofrecen platos típicos de la región, acompañados de vistas impresionantes a los canales. Este equilibrio entre sostenibilidad y confort asegura que el pueblo mantenga su autenticidad mientras recibe a turistas de todo el mundo.
Giethoorn no es solo un destino turístico, es una invitación a vivir en conexión con la naturaleza y a descubrir un ritmo de vida más pausado. En sus canales y puentes se encuentra la esencia de un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.