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No es Corea del Norte: en este país todo es blanco, no hay wifi pero el agua y la electricidad son gratis para todos

Un territorio marcado por el blanco marmóreo de sus ciudades y la desconexión digital.

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En un mundo donde la tecnología y la globalización conectan cada rincón del planeta, existen lugares que desafían esta tendencia y mantienen una forma de vida profundamente arraigada en el aislamiento y la tradición. Estas realidades contrastan con las sociedades modernas y plantean interrogantes sobre la diversidad de modelos estatales y culturales.

Entre estos lugares destaca Turkmenistán, un país de Asia Central que sorprende por sus contrastes. Su arquitectura de mármol blanco, sus políticas de provisión de servicios gratuitos y su estricto control estatal ofrecen una visión particular del equilibrio entre modernidad y tradición en pleno siglo XXI.

Un lugar lleno de historia y tradiciones

Turkmenistán tiene una historia que respira a través de las antiguas rutas comerciales de la legendaria Ruta de la Seda. Su capital, Ashgabat, es una ciudad que parece un museo al aire libre, dominada por edificaciones de mármol blanco. Este esplendor arquitectónico le ha valido un lugar en el Récord Guinness como la ciudad con más edificios de este material en el mundo.

Vista de Asjabad, la capital de Turkmenistán. (Fuente: Shutterstock)

En esta urbe, los contrastes no se limitan a la arquitectura. Desde 1993, el gobierno garantiza electricidad, agua y gas natural gratuitos a sus ciudadanos, una medida que, aunque notable, está acompañada de severas restricciones en otros ámbitos.

Por ejemplo, el acceso a internet es uno de los más limitados del planeta, con sitios bloqueados y una vigilancia constante. En 2015, tras el lanzamiento de su primer satélite, se prohibieron las antenas parabólicas, profundizando el aislamiento digital.

Un país con paisajes extremos

El territorio de Turkmenistán está marcado por el desierto de Karakum, que cubre la mayor parte de su superficie. Sin embargo, también alberga joyas naturales e históricas, como las ruinas de ciudades antiguas que fueron clave en la Ruta de la Seda.

Uno de sus iconos más impactantes es el cráter de gas de Darvaza, apodado "la puerta del infierno", un incendio perpetuo nacido de un error en la exploración soviética.

El cráter de gas de Darvaza, conocido como "la puerta del infierno", es uno de los íconos del país
(Fuente: Wikimedia Commons / Tormod Sandtorv)

A pesar de su potencial turístico, las estrictas políticas de acceso limitan la llegada de visitantes extranjeros. La organización Reporteros Sin Fronteras clasifica al país en los últimos lugares de su índice de libertad de prensa, señalando un nivel de censura comparable al de Corea del Norte.

Decisiones controvertidas

El gobierno de Turkmenistán también se destaca por decisiones controvertidas. En un intento por reducir la dependencia alimentaria del extranjero, ha impulsado medidas para fomentar la producción interna, pero estas políticas a menudo han resultado en escasez y racionamientos. 

Este país representa un modelo alternativo al del resto del mundo, donde la modernidad y la tradición se entrelazan en una narrativa que desafía la globalización. Mientras algunos lo ven como un ejemplo de independencia cultural, otros lo perciben como un experimento político que relega a su población a un aislamiento que se siente anacrónico.

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