

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta a más de 300.000 personas en España. Tradicionalmente asociada a temblores y rigidez muscular, esta patología presenta una serie de síntomas tempranos que, si se detectan a tiempo, pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
Identificar estos signos iniciales es crucial para un diagnóstico temprano y un tratamiento más efectivo. Sin embargo, muchos de estos síntomas son sutiles y pueden confundirse con el envejecimiento o el estrés cotidiano.
Síntomas no motores: las señales invisibles
Uno de los primeros indicadores del Parkinson es la pérdida del olfato, también conocida como anosmia. Este síntoma puede influir en el apetito y el estado de ánimo, afectando la calidad de vida mucho antes del diagnóstico oficial.

La anosmia puede manifestarse años antes de que aparezcan los problemas motores y afecta a aproximadamente el 95% de los pacientes, según un informe de la organización Parkinson's Fundation.
Otro signo temprano es el trastorno del sueño REM, donde la persona realiza movimientos bruscos, habla o incluso grita durante el sueño. Este trastorno puede ser un precursor del Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas.
Además, síntomas como el estreñimiento, la depresión y la apatía también pueden presentarse en las etapas iniciales, siendo fácilmente atribuibles a otras causas si no se consideran en conjunto.
Síntomas motores: más allá del temblor
Aunque el temblor es el síntoma más reconocido, no todos los pacientes lo experimentan en las primeras etapas. De hecho, uno de cada tres pacientes no presenta temblores inicialmente. En su lugar, pueden aparecer otros síntomas motores como la bradicinesia (lentitud en los movimientos), la rigidez muscular y la inestabilidad postural.
La micrografía, o escritura más pequeña y apretada de lo habitual, también puede ser una señal temprana. Asimismo, cambios en la expresión facial, como una menor expresividad o "cara de póker", pueden indicar una disminución en el control muscular facial, otro síntoma característico del Parkinson.

Importancia del diagnóstico precoz y el enfoque integral
Detectar el Parkinson en sus etapas iniciales permite implementar estrategias que pueden ralentizar su progresión. Un enfoque integral que combine la medicina tradicional con cambios en el estilo de vida es fundamental. Esto incluye una dieta antiinflamatoria, ejercicio regular y hábitos de sueño saludables.
Además, es esencial prestar atención al entorno emocional y social del paciente. El apoyo de familiares y profesionales puede marcar una gran diferencia en la adaptación y manejo de la enfermedad.
Detectar a estos síntomas tempranos y consultar a un especialista ante cualquier sospecha puede ser clave para mejorar la calidad de vida de quienes padecen Parkinson.















