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El colágeno es una proteína estructural reconocida por sus múltiples beneficios para la piel y las articulaciones. Según la Academia Española de Nutrición y Dietética, "el colágeno forma parte de una especie de malla donde se fijan todos los minerales que proporcionan al hueso dureza, siendo el calcio y el fósforo los más destacados".

Una excelente manera de incorporar esta proteína durante los fríos días de invierno es a través de un caldo de huesos. Esta comida tradicional, que ha sido preparada en los hogares a lo largo del tiempo, "preserva la elasticidad de la piel y le otorga firmeza". Además, "contribuye a retrasar la aparición de arrugas y flacidez".

Como señala José Luis Uliaque, científico y director de Nutilab, "el colágeno otorga al cartílago articular la resistencia necesaria para soportar las presiones que se generan al mover nuestras articulaciones. Asimismo, proporciona elasticidad y resistencia a los tendones durante los estiramientos que ocurren en la actividad muscular y ósea al desplazarnos".

Beneficios del caldo de huesos para la salud

El caldo de huesos se presenta como una valiosa herramienta en la lucha contra la fragilidad articular, contribuyendo significativamente a la reducción del dolor y la inflamación. Además, este nutritivo preparado favorece el fortalecimiento del cabello y las uñas, al tiempo que mejora notablemente la apariencia de la piel.

Una porción diaria de este elixir nutritivo proporciona una rica fuente de calcio, magnesio, cobre, hierro, manganeso, fósforo, potasio, sodio y zinc. Una forma efectiva de integrarlo en la dieta es durante la cena, ya sea como un entrante o como plato principal, especialmente si se complementa con verduras y algún tipo de carbohidrato. Esta práctica no solo enriquece la comida, sino que también potencia los beneficios nutricionales del caldo.

Cómo hacer un delicioso caldo de huesos en casa

Ingredientes

  • Hueso de ternera
  • Huesos de cerdo
  • Hueso de caña
  • Punta de jamón o hueso de jamón
  • Agua en abundancia

Instrucciones

  • Comience por lavar los huesos cuidadosamente y, a continuación, colóquelos en una bandeja apta para horno.
  • Precaliente el horno a 180ºC y hornee los huesos durante 15 minutos para dorarlos adecuadamente.
  • En una cacerola de gran capacidad, vierta aproximadamente 4 litros de agua y añada los huesos previamente tostados. Cocine a fuego bajo durante un periodo de seis horas.
  • Durante la cocción, es recomendable retirar la espuma y el exceso de grasa que se acumule en la superficie utilizando un colador.
  • Una vez transcurrido el tiempo de cocción, retire los huesos y cuele el caldo resultante.
  • Deje enfriar el caldo y, posteriormente, guárdelo en el congelador para su consumo en el futuro.