

En mayo de 2013, fue el por entonces ministro de Economía Hernán Lorenzino el encargado de anunciar el blanqueo de capitales.
El objetivo del Gobierno era conseguir más dólares, problema con el que debió lidiar y se volvió un dolor de cabeza hasta el fin de su mandato.
El plan, que fue prorrogado por el kirchnerismo nueve veces, fue dado de baja hoy por el nuevo titular de Haciendo, Alfonso Prat-Gay, apenas 15 días luego de la asunción de Mauricio Macri.
La medida buscaba buscaba “transformar los ahorros en inversiones” y captar los ahorros en dólares sin declarar, tanto en cajas de seguridad, debajo del colchón y transformarlo así en nuevas inversiones que sirvieran para crear empleos y más consumo.
El blanqueo ‘K’ dejará como recuerdo al Certificado de Depósito para Inversión, más conocido como CEDIN, que permitió en especial una pequeña reactivación del sector inmobiliario en medio del parate y el Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE) son los instrumentos financieros que fueron pensados para atraer los dólares que están fuera del sistema financiero en el mercado inmobiliario, en el primer caso, y en el sector energético, en el segundo.
Sin embargo, y pese a las prórrogas y prórrogas, el blanqueo nunca alcanzó el impulso que buscó el Gobierno.
Según informó el Ministerio de Economía, el 1 de octubre de este año, desde su lanzamiento se emplearon u$s 2200 millones en Cedin para operaciones inmobiliarias.












