Kicillof reconoció lo que otros ministros no hicieron: que la inflación no era la que marcaba el viejo Indec. Eso no lo convierte en un héroe, pero le da más autoridad.

Ayer, cuando el ministro dijo que si las automotrices aumentan 34% ó 35% los precios, que no esperen un incremento de ventas, no sólo se está cubriendo de la casi segura caída en las ventas y en la producción de los próximos meses, sino que pone sobre la mesa la otra cara de la inflación. Es decir, los autos aumentaron más que la suba de los costos.

Del valor total de un auto, el 30% es el costo del ensamblado. En este sentido, la inflación local cuenta porque implica la mano de obra, los impuestos y la logística, entre otras cosas. El otro 70% se divide en 50 puntos correspondientes a piezas importadas (afectadas por la devaluación) y 20 puntos de autopartes nacionales. De este último número, el 60% son costos emparentados con el dólar porque son insumos como el aluminio, el acero, la chapa y productos petroquímicos, mientras que el 40% restante también está afectado la inflación local.

Repasemos: por piezas importadas se explica el 10% del aumento. Por inflación 3%, y otro 3% si tenemos en cuenta la implicancia de las autopartes nacionales y los costos de componentes locales dolarizados. En total, la suba de costos llega a 16%. Para llegar a 35% como marcó ayer Kicillof se necesitan 19 puntos porcentuales. El Cronista pudo corroborar con las concesionarias subas menores, pero que llegan a 25% en dos meses para algunos modelos made in Argentina. Así y todo, tal número significa 9 puntos porcentuales más que lo que se perdió por inflación y devaluación.

Las automotrices, en off the record, se defienden argumentando que Guillermo Moreno los presionaba para que pisaran los precios más de lo conveniente y que ante la salida del secretario de Comercio Interior aprovecharon para re acomodar los precios. O tal vez, intentaron cubrirse de inflaciones o devaluaciones futuras, o simplemente quisieron estirar las ganancias.