A 2.744 kilómetros de Plaza de Mayo, yendo hacia el sur del país por la Ruta Nacional 3, hay un agujero negro que consume millones de dólares. Es la mina de carbón que explota la empresa estatal Carboeléctrica Río Turbio, la ex Yacimientos Carboníferos Río Turbio. Su actividad específica, esto es extraer carbón, es casi nula. Pero no cesa en aspirar fondos del presupuesto nacional para una sola finalidad: pagar los sueldos de los 2040 empleados.

Los últimos números oficiales son elocuentes. Se extraen del informe que realiza periódicamente la secretaría de hacienda del Ministerio de Economía.

Son cifras devengadas, es decir que los ingresos y gastos se registran cuando se generan, no cuando se pagan o cobran efectivamente.

En lo que refiere al balance semestral 2025 de la empresa dice esto.

- Sus ingresos operativos, es decir por extraer y procesar carbón, treparon entre enero y junio de este año a apenas 40 millones de pesos, equivalentes a 37.000 dólares (sí, treinta y siete mil dólares al tipo de cambio oficial promedio del semestre).

- Para generar esos ingresos, incurrió en gastos operativos por 53.400 millones de pesos (US$ 48 millones).

- El grueso de los gastos operativos se explica por el pago de la nómina salarial, que demandó 52.000 millones de pesos (US$ 47 millones).

- Para poder pagar los salarios, el Tesoro Nacional le transfirió a YCRT 53.000 millones de pesos a lo largo del semestre.

La serie que arranca en 2019 muestra números tan asombrosos como insostenibles: En seis años YCRT generó ingresos operativos por 33 millones de dólares; sus gastos operativos treparon a 736 millones de dólares y recibió transferencias por 617 millones de dólares. La nómina salarial absorbió 598 millones de dólares.

YCRT, con $ 53.000 millones, es en lo que va del año la tercera empresa pública que más transferencias recibe del Tesoro para cubrir su déficit. Solo es superada por el Ferrocarril, que recibió en el primer semestre 510.112 millones de pesos y por Enarsa, que captó 200.000 millones de pesos. Los fondos que reciben estas dos compañías se explican por los subsidios a las tarifas de transporte de pasajeros y consumo de energía

Pese a estos números impactantes, poco se habla de lo que ocurre en la mina. El Gobierno la puso en la lista de las empresas públicas privatizables y en estos días se anunció que se inició un proceso de certificación de reservas carboníferas.

Los medios santacruceños reprodujeron información de la empresa que dice que el proceso, que comenzó a través del equipo de planificación minera y la subgerencia de mina, "constituye un hito estratégico para la empresa estatal, ya que permitirá actualizar, validar y oficializar públicamente los datos sobre la cantidad y calidad de carbón disponible en el yacimiento".

¿Es una medida que debe leerse en clave privatizadora? El interventor Pablo Gordillo le decía a El Cronista en febrero de este año que hay interesados en aportar capital para participar de las operaciones de la compañía, cuyo 51% permanecerá en manos del Estado. "Hay inversores de China, Guatemala y Colombia que ya visitaron la mina", remarcó Gordillo. Los inversores chinos ya en octubre de 2024 visitaron con una delegación la sede de la empresa ubicada en Río Turbio."

Justo inversores chinos... cuando el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, aseguró que su intención es sacar a China de la Argentina.

Más allá de lo que dijo Gordillo, no hay novedades relevantes sobre el futuro de la minera.

Lo cierto es que YCRT está en el mapa más por su decadencia que por su aporte productivo. La firma agoniza bajo una losa de inconsistencias que el Estado pretende disimular con transferencia tras transferencia. Que una empresa pública genere ingresos corrientes por 50 millones de pesos mientras incurre en gastos operativos por 54.000 millones no es solo un desequilibrio; es el síntoma de un proyecto fallido desde su raíz.

Para el poder de turno, YCRT representó una ficha geopolítica en Santa Cruz: nada mejor que prometer reactivación del sur para ganar prestigio territorial. Pero el costo real lo pagan las arcas del Estado: pagos de sueldos sin respaldo productivo, mantenimiento postergado, inversiones que nacen muertas. En ese sentido, el proyecto de transformarla en sociedad anónima pretende disimular una verdad: sin transformar la estructura de costos y la gobernabilidad, YCRT siempre será un chiste mal contado.

El impacto político es doble: si el cambio no llega rápido, la crítica será brutal; si llega, deberá pelear contra redes de intereses locales, proveedores, sindicatos. Y esas fuerzas aparecen en cada proyecto de reforma estructural.

Uno de los pasajes más críticos -pero menos visibilizados- es el de la calidad del carbón. Extraer mucho no sirve si luego el carbón no puede procesarse, clasificarse, purificarse. En YCRT, una porción importante del producto extraído termina en el limbo: impurezas, magnetita mezclada, pérdidas en los circuitos de separación. Lo que podría llamarse "la merma" -esa distancia entre lo bruto y lo vendible- opera como un agujero negro financiero.

"Si la planta depuradora falla, las bombas colapsan, las tuberías se obstruyen, los procesos paran. No importa de qué mina se trata; si el eslabón intermedio está fracturado, el resultado neto será decepcionante"o dice un especialista del sector minero.