La carrera está lanzada. Una vez conocidos los guarismos de la elección primaria del domingo quedó claro que Mauricio Macri y Sergio Massa tienen un sólo camino para derrotar a Daniel Scioli. Unir fuerzas y recorrer ese camino juntos, aunque ni éso les pueda garantizar la victoria. Es que Scioli está por encima de ellos y demasiado cerca del 45% mágico que podría convertirlo en presidente en la primera vuelta del 25 de octubre, sin la necesidad de tener que definir en el ballottage tan temido.

Perdida la oportunidad de armar una gran primaria opositora hace tres meses, ahora la situación es mucho más compleja. Entre Macri y Massa sobrevuela la desconfianza por aquellos escarceos que terminaron en fracaso. La ingeniería es mucho más compleja y requiere que algunos de los candidatos decline su candidatura, algo que ninguno de ellos va a aceptar. Ni siquiera está muy claro cuáles son las posibilidades jurídicas que se podrían llevar adelante y ayer mismo comenzaron a tallar los dirigentes que no quieren saber nada sobre un eventual acuerdo opositor: Elisa Carrió, por el lado de Macri, y Felipe Solá, por el lado de Massa, salieron públicamente a echar sal en las heridas que todavía son muchas.

La alternativa podría ser un acuerdo programático, uno de esos términos grandilocuentes de la política que suelen terminar en nada. Lo cierto es que para Macri y Massa sería mucho más sencillo acordar una serie de políticas de Estado que pueda llevar adelante aquel que logre alcanzar el ballottage. La promesa conjunta de incluir a dirigentes del otro espacio en un gobierno que suceda al kirchnerismo y hasta el armado de un bloque legislativo coordinado que sostenga la estructura débil que ambos dirigentes tienen en el Parlamento de la actualidad.

Claro que enfrente está el incombustible Scioli, que también se lanzó a ampliar su base electoral el domingo a la noche. El Gobernador sabe muy bien que el 38,41% de los votos que consiguió en todo el país no le alcanzan para llegar a la Casa Rosada. Y que necesita seducir a los votantes de Massa, de José De la Sota, de Adolfo Rodríguez Saá, de Margarita Stolbizer y hasta de la izquierda si es necesario.

Acostumbrado a caminar sobre las cenizas sin proferir una queja, Scioli les dirá a cada sector de ciudadanos lo que necesiten oír. Ya mostró que puede honrar la memoria de Néstor Kirchner y, dos minutos después, honrar simultáneamente la memoria de Carlos "El Chueco" Mazzón, el operador más avezado del peronismo que murió el fin de semana pasado y al que pocos meses antes había echado del Gobierno el hombre que estaba al lado de Scioli: el azorado candidato a vicepresidente, Carlos Zannini.