

El filósofo Santiago Kovadloff, uno de los encargados de leer un mensaje de despedida al fiscal Alberto Nisman en el cementerio de La Tablada, se quebró al relatar entre lágrimas su experiencia y habló del sector “invulnerable a la muerte” que se aferra a su ideología con “la ceguera del fanatismo”.
En diálogo con radio Mitre, Kovadloff dijo que no está bien tras la muerte de Nisman. “No se puede estar bien porque ser testigo y partícipe de esta atmósfera y de esta estrategia y tener 72 años como tengo yo es estar abrumado no por lo sucedido en un día, sino por la eternidad de un día que vive la Argentina a merced del delito, con instituciones frágiles que te impiden sentir que el país ha aprendido de su experiencia. Con esta sensación de indefensión que no es la del riesgo de la vida personal, sino la de ser partícipe de una orfandad fundamental que es la incapacidad que tenemos de aprender de las experiencias”, relató.
Señaló que “todo esto genera una atmósfera que se traduce en un cansancio que va unido a la tenacidad que uno tiene para seguir haciendo lo que debe, lo que quiere, lo que su dignidad le pide. Pero al mismo tiempo a merced de una sensación de pérdida, de repetición infinita. No estoy bien. ¿Quién puede estar bien? Sólo los que son ajenos a los que nos sucede. La argentina no tiene rumbo”.
Por otra parte, contó lo desgarrador que fue hablar delante de las dos hijas del fiscal: “No sabés lo que eran los ojos de la hija mayor fijados en los míos cuando yo leía y la miraba. La más chiquita, ángel divino, hermosa nena de 8 años, no estaba donde estaba porque su cabecita por suerte no le permitía estar donde se encontraba. Ella, 8 años y estaba frente al ataúd de su padre que acaba de ser sepultado con los oídos abiertos a los golpes de la tierra que caían sobre ese ataúd. Y la carucha de la nena mayor mirándome mientras yo decía que su orfandad era también la nuestra. Con sus ojos clavados en mí, como diciéndome ‘¿de qué estás hablando?’”
Y siguió: “Esa madre que al igual que la hija menor parecía estar traspasada por la imposibilidad de digerir lo que vivía, lo que se veía. Ese cementerio, la expresión de una tristeza irremediable y al mismo tiempo ese rito judío; esa letanía tan tierna y terrible que incluye una frase como esta en la oración que dice ‘gracias señor por haberlo tenido entre nosotros’”.
”Es muy fuerte. Uno dice es muy fuerte. Tu pregunta no apunta solamente a un estado de ánimo, apunta mucho más allá. ¿Qué es un escritor? ¿Qué es un periodista? ¿Qué es un intelectual? Somos hombres que insisten. ¡Insisten, insisten, insisten! ¿En qué? En que la palabra no se convierta en una basura”.













