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Arranca la Era Trump 2.0: primeras medidas y un nuevo círculo de poder

Ocho años después del Presidente que prometió "drenar el pantano" y a cuatro años del que se fue denunciando la elección, el magnate concluye su proceso de reinvención y reconquista de la Casa Blanca. Cómo leen en Washington su regreso y los efectos que puede tener

La nueva Era Trump 2.0, una versión acelerada y más cruda de aquel mandatario que sacudió al sistema político de su país desde la campaña de 2016 hasta el término de su mandato en 2021, arranca en medio de una ola de frío polar que hiela la sangre en Washington. Y no es solo una metáfora para muchos en esta ciudad.

Aún después de haber sido despachado del poder, exiliado de sus redes sociales, subestimado por parte de la elite demócrata -una vez más-, el magnate hizo gala de aquello que despierta fascinación en el Norte y también en Milei, la construcción del "self-made man" desde sus cenizas. En rigor, la historia de Trump solo se ajusta en lo resiliente a la promesa de un ascenso social sobre la base del esfuerzo y el trabajo, pero eso les basta a muchas personas para seguir creyendo en él como lo muestran los miles de seguidores que se acercaron de distintos puntos del país.

Ocho años después de aquel Trump que prometió "drenar el pantano" y a cuatro años del que se fue del poder denunciando la elección, el magnate concluye el proceso de reinvención de sí mismo y reconquista del poder perdido.

Con la Justicia pisándole los talones, abrió su propia Truth Social desde donde mantuvo una persistente y cáustica crítica de la administración Biden y fortaleció su círculo de leales, cooptando a una nueva generación del Partido Republicano, purgando los disidentes que apoyaron el impeachment y las investigaciones en su contra e incorporando y convirtiendo a los "útiles", sin importar su herejía en el pasado. Así reescribió su leyenda cuando muchos la daban por muerta. Y la hizo más fuerte. Algunos temen: más peligrosa.

"Significa más incertidumbre porque Trump es un líder impredecible y lo más probable es que la política exterior de su gobierno termine manejada por él y su equipo en la Casa Blanca, no tanto por las instituciones estatales como el Departamento de Estado en su primera gestión. Una situación que puede implicar decisiones apresuradas a la hora de imponer aranceles o sanciones sin pensar bien los costos y beneficios de tal decisión", comenta a El Cronista Michael McCarthy, académico de la Elliott School of International Affairs.

Pero este Trump suma además el control del Capitolio, donde tendrá una leve ventaja tanto en la Cámara de Representantes -220 congresistas republicanos vs 215 demócratas- como el Senado -53 republicanos vs 47 demócratas- y hasta una Corte Suprema conservadora que ya le dio varios fallos a favor. Sin ir más lejos, la "inmunidad parcial" por sus acciones en el poder. El fiscal de la causa en donde se lo investigaba por presuntos intentos de subvertir el resultado electoral de 2020, Jack Smith, sostuvo en su informe final que había evidencia suficiente para mantener el pedido de condena a Trump de no haber vencido en las elecciones.


Cuáles serán las primeras medidas de Trump

En su último discurso del MAGA Victory Rally, en el Capital One Arena de DC, el Presidente n° 47 anunció ayer que tiene 50 órdenes ejecutivas a la firma para el día 1 de su nueva administración. Se especula que muchas de ellas vayan por el lado del capítulo energético -abriendo las áreas off shore donde se mantenían limitaciones ambientales, el retorno del "Drill, baby, drill"- y el migratorio, con una nueva embestida del republicano sobre esa área que se traduciría en mayores presiones a sus vecinos y quizás la declaración de la "Emergencia Nacional". 

Solo a lo largo de las últimas semanas, Trump desafío a Panamá con recuperar el Canal si no le reducían el peaje; también amenazó con aranceles del 25% para Canadá y México si no fortalecen su política migratoria y de seguridad en las fronteras y hasta alentó a los canadienses a convertirse en el estado 51. Algunos halcones de la futura administración Trump 2.0 no descartaron intervenciones armadas del otro lado del Río Grande para frenar a los cárteles y el tráfico de fentanilo. "Mañana (por hoy) van a divertirse", les anticipó a sus seguidores en el Capital One Arena, cuando aludió a su primer discurso.

En un desayuno con senadores republicanos, Trump les anticipó algunos de los ejes tras su desembarco. Habló sobre la Ley de Reducción de la Inflación, una medida dispuesta por Joe Biden, que habilita miles de millones en políticas relacionadas con la energía limpia y que los republicanos y Trump tienen hace tiempo en la mira.  

La Ley de Control de Embargos de 1974 obliga al Ejecutivo a gastar los fondos asignados por normativa pero quien tomará control de la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca en la Era Trump ya anticipó en su audiencia en el Senado al ser confirmado que la consideran inconstitucional. Además se rumorea que podría retirarse una vez más del Acuerdo de París, algo que ya había hecho en su anterior mandato.

Otra cuestión en estudio es la posibilidad de reinstaurar la "Lista F" para reclasificar miles de puestos de trabajo de la administración pública federal, una política de "motosierra" que ya intentó poner en marcha en su primer turno en el poder y que se traduciría en una mayor flexibilidad para reducir la planta estatal.  Y ratificó que crearía el Servicio de Impuestos Externos para recolectar todos los tributos del comercio y volcarlos a la economía doméstica.

Trump también le advirtió a Dinamarca -socio fundador de la OTAN- que esta vez estaba decidido a quedarse con Groenlandia por las buenas o las malas. Y sugirió que le esperan un arancel general del 60% a todos los productos chinos. Lo que podría ir de la mano con una estrategia de presión redireccionada a quienes prioricen a Beijing como socio comercial, con un efecto en cadena sobre el sistema comercial en América latina, aún entre los aliados de la Casa Blanca. 

Un ejemplo fueron las amenazas de Mauricio Claver-Carone de imponer este tributo a los productos que pasen por el megapuerto de Chancay, en Perú, levantado por la marítima china Cosco Shipping Company, con el objetivo de fortalecer su red en el Pacífico y la región.

La lectura que muchos comparten en Washington, según lo que pudo recabar El Cronista, es que Trump pretende contrabalancear la debilidad intrínseca con la que asume su segundo y último mandato ya que la Constitución y su Enmienda Vigesimosegunda agota la reelección en una, consecutiva o con un período alternado. Incluso, en el círculo del trumpismo ven a JD Vance, el vice, como una carta de sucesión para mantener a los big donors. De ahí que la tradicional cena que organizó este sábado estuviera especialmente concurrida.

El politólogo Robert A. Pape escribe en Foreign Affairs que el mayor peligro de Estados Unidos en esta nueva era que inicia no es Trump -"es causa y síntoma de lo que aflige el país"- ni la polarización sino el choque cultural por la naturaleza de la identidad del país, con profundas implicaciones sobre quién puede ser ciudadano. Y en ese escenario, Trump se convierte en el vehículo propalador de una idea que lentamente empieza a excederlo, aunque todavía no haya un liderazgo alternativo capaz de disputarle ese rol.

El académico resalta que los actores principales en este Estados Unidos 2025 ya no son radicales aislados sino ciudadanos de clase media y alta con estudios que creen que la violencia política es aceptable. Una contraofensiva que demoniza la cultura "woke" que, en palabas del propio Trump, debe ser removida. "Vamos a sacar de nuestras fuerzas armadas y de nuestro Gobierno las ideologías radicales de izquierda progresista, y vamos a hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande", repitió ayer.

"La próxima administración de Donald Trump, además de enfrentarse al monstruo del Estado administrativo, tiene una tarea monumental: liberar a la democracia estadounidense de su gran enemigo interno: la cultura woke", señala Ignacio Foncillas, abogado residente en Miami, en una columna publicada en Debate. El término remite a "stay awake!", el grito de guerra progresista frente a la discriminación social de las elites y las corporaciones. Y el propio Trump lo sintió en su primer mandato de la mano de colectivos como el Me Too y Black Lives Matter

Esta suerte de contraofensiva cultural no puede despegarse de la alianza que los sectores ultra forjaron con algunos de los popes del mundo tecnológico. El caso más evidente es el de Elon Musk que hasta sostiene que formará parte de la administración Trump mientras expande su cruzada ideológica a favor de todas aquellas voces ultra que bajen los controles a sus negocios. Más cerca en el tiempo, también Mark Zuckerberg denunció que el control discursivo en las redes sociales devino en censura alimentada por los planes de algunos gobiernos. 

"La cultura woke no es solo una moda pasajera o una tendencia académica; es un proyecto ideológico que amenaza con desmantelar los valores fundamentales que sustentan las democracias occidentales. En esta batalla, Trump 2.0 representa más que un presidente; es un símbolo de resistencia contra una narrativa que busca silenciar, dividir y reescribir la esencia misma de las sociedades libres", insiste Foncillas, aunque esto incluso fracture el espacio trumpista frente a los viejos referentes, como Steve Bannon, que ven a la línea Sillicon Valley como una que simplemente se aproximó a Trump por conveniencia.

Las especulaciones concluyen hoy cuando el trumpismo 2.0 empiece a definir su nueva forma, con las palabras y decisiones de Trump. Y con ello, se delinee el futuro del país y la región.

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