

Si bien el Gobierno en su primer año de gestión revisó contratos y contuvo la creación de empleo público, un tamaño del Estado que no cede fundamenta las observaciones sobre al gradualismo que adoptó para reducir el déficit fiscal.
Además, el Gobierno plantea metas de reducción de un punto del PBI por año de déficit primario, cuando lo que más crece es la cuenta de intereses (61,5% interanual en los primeros siete meses del año, versus el 32,8% del gasto primario).
"No quiere decir que no miremos el déficit financiero", aseguró el secretario de Hacienda, Rodrigo Pena, en un encuentro organizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) la semana pasada, "pero si demostramos que la deuda es sostenible en el tiempo, se puede apalancar el resultado primario", completó el funcionario.
Pena previó que la deuda crecería desde el 26% actual hasta estabilizarse en el 32% del PBI en 2021.
En tanto, los intereses de la deuda subirían del 1,9% del PBI actual al 2,2% en 2021.
Además, el funcionario confirmó que en el Presupuesto de 2018 se plantea que el gasto crezca levemente por debajo de la inflación promedio del 15,7%.
En un acto en la Casa de Gobierno, el presidente Mauricio Macri remarcó: "Si alguno no se preocupa por bajar el déficit, esto no va a andar". Se entendió como un mensaje directo a su propio gabinete, en el cual algunos ministros todavía negocian el recorte en sus partidas presupuestarias propuestas por Hacienda (ver pag. 2).
Pena dijo que el gasto consolidado de Nación (23%) y provincias (18%) había alcanzado el 40% en 2016.
Los gastos que más avanzaron desde 1998 en las provincias fue el gasto de personal (un alza de 3,4% del PBI) y en la Nación, el gasto en seguridad social (suba de 3,9%) y en transferencias al sector privado (alza de 4,5%).
El Gobierno busca que baje al 33% en 2022 (Nación, con 19% y provincias, con 15%) y al 30% en 2026, sobre la base de una mejora del resultado primario impulsado por una reducción de gastos y crecimiento económico. Ese escenario es el que gradualmente les permitirá bajar la presión impositiva, confían.













