

Sujeto a las vicisitudes de la pandemia, el equipo de Alberto Fernández que gestiona la diplomacia presidencial trabaja por estas horas a fin de concretar un viaje oficial en la segunda semana de mayo por el continente europeo, a fin de encontrarse allí con los jefes de Estado y de gobierno de Portugal, España, Italia y Francia, y posicionar a la Argentina entre las primeras líneas de esos gobiernos, aunque también de cara al empresariado.
El viaje del Presidente tiene un objetivo estrictamente económico; surgió y fue tomando forma a partir del tour que semanas atrás realizó Martín Guzmán por Berlín, Roma, París y Madrid a fin de explicitar la situación macroeconómica del país y dar razones del letargo en la renegociación del préstamo stand by otorgado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el cual el ministro de Economía auguraba cerrar en el transcurso de mayo.
Sin embargo, el peso de la vicepresidenta Cristina Kirchner pudo más y por eso el Gobierno se mueve haciendo equilibrio para patear compromisos de deuda hasta que pase el calendario electoral.
Los países que el Presidente planea visitar en un viaje todavía abierto, que podría incluir otros destinos -como Alemania o Rusia- o ser incluso más breve, mostraron interés además por el nuevo régimen de fomento a las inversiones lanzado semanas atrás por el Gobierno nacional, por el que se libera parcialmente el cepo al dólar y se asegura un horizonte de 15 años para recuperar inversiones superiores a los u$s 100 millones en sectores de la economía productiva.
La remisión de utilidades en los proyectos que generen exportaciones fue garantizada a través de un decreto rubricado por el mandatario.

A Fernández y su equipo no se les escapa que el 31 de mayo vence el plazo que la Argentina tiene para abonar cerca de u$s 2400 millones al Club de París. El Palacio de Hacienda deberá abonar esa suma con las reservas del Banco Central y evitar que el default con el consorcio de acreedores, si no prospera la solicitud que hizo Guzmán para atrasar ese vencimiento. Tal concesión, sin embargo, podría darse de haber gestos de avance en el diálogo con el FMI.
Fernández quiere reasegurar el apoyo europeo en el Fondo Monetario Internacional, que será decisivo junto con el beneplácito del gobierno de los Estados Unidos para lograr un repago del pasivo de u$s 44.000 millones licuado en los próximos años. Para eso, claro está, deberá mostrar una previsiblidad en el saneamiento de las cuentas públicas que los propios socios del Frente de Todos torpedean.
Lejos de la agenda económica, Fernández no pierde de vista la necesidad de conseguir más vacunas. El Presidente y la ministra de Salud, CarlaVizzotti, pusieron el ojo sobre el laboratorio AstraZeneca en los últimos días, urgidos por la presión que desde sectores de la Izquierda y de la misma coalición de gobierno se venía haciendo ante la demora del proyecto de fabricación y envasado binacional anunciado por el primer mandatario y su par de México, en agosto de 2020, para la adquisición de 22 millones de dosis. De este convenio no ha llegado una sola dosis, y de allí la molestia con el laboratorio anglosueco.
La comitiva que acompañe a Fernández también dará que hablar: cuando la autoridad del ministro Guzmán aparece cuestionada por el frustrado intento de correr al subsecretario de Energía Eléctrica, FedericoBasualdo, por oponerse a un aumento de las tarifas para achicar el rojo fiscal, su inclusión en la gira volvería a marcar la predilección que le tiene el Presidente. De lo contrario, las horas parecerían contadas.













