

Paraguay y Argentina tienen muchos asuntos en común que resolver. Los hay desde los más simples hasta los más complejos. Puede partir de la detención de un contenedor con bananas de Arroyos y Esteros para el mercado de Buenos Aires para llegar al monumental intríngulis generado con la renegociación del Anexo C del Tratado de Yacyretá, un abanico que comprende todas las áreas de contacto bilateral que puedan imaginarse.
Es por eso que cuando se anunció la visita de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner buscamos de inmediato la agenda oficial de ambas sedes de Gobierno. En la Casa Rosada, estaba vacía. Y en el Palacio de López ni siquiera existe en el sitio oficial. Es decir, el ciudadano común no sabe a qué viene la señora Fernández, más allá de devolver algunos muebles comprados por el Mariscal López antes de la guerra y embargados en el puerto de Buenos Aires.
Los encuentros presidenciales tienen, por lo general, un carácter ornamental y de sello de acuerdos previos generados por grupos de trabajo según la materia que se aborde. No hay duda de que el contencioso más importante mantenido hoy con Argentina es la necesidad de un nuevo trato en Yacyretá. Se busca pasar de la política de regalías y compensaciones a la fase de coadministración de una generadora hidroeléctrica de primer orden, de la que hasta ahora se ha estado beneficiando casi exclusivamente nuestro socio condómino.
A menos que, secretamente, se haya llegado a algún acuerdo y vaya ahora a firmarse una carta de intención a ser ratificada luego por los respectivos congresos, es difícil imaginar qué otra cosa puede traerla a CFK a Asunción, aparte del delivery de mobiliario histórico. Los otros temas pendientes no son de resolución rápida.
La diferencia cambiaria que fogonea el contrabando hacia el Paraguay, el cepo a las divisas que frena toda importación de productos paraguayos desde Argentina, las infinitas trabas y bloqueos a navieras nacionales en aguas y puertos argentinos, las arbitrarias inspecciones de cargas en cadena de frío y la larguísima lista de otros frenos paraarancelarios no van a despejarse en el corto lapso de un encuentro protocolar que se agota en himnos, discursos y saludos de ordenanza.
Cartes recordará a San Martín y CFK al Mariscal López. Cuando caiga la noche, todos subirán a la alfombra roja que lleva al Tango 01 y la jornada habrá concluido. ¿Resultados? Quién puede saberlo.
Sinceramente, no sabemos a qué viene la Presidenta argentina. Aclaremos: será bienvenida y querremos ver en ella la representación de un pueblo que siempre ha sido hospitalario para con los paraguayos, especialmente en las horas amargas de la diáspora y el exilio político. Pero se nos hace difícil ver el valor agregado a esta visita amistosa. Trataremos de hallarlo al final de la jornada.













