

Boca lleva dieciséis años esperando por conquistar América por séptima vez, cometido que está a dos pasos de cumplir. Este miércoles por la noche eliminó a Racing en la tanda de penales (tras empatar 0-0 en tiempo regular) y clasificó a la semifinal de la Copa Libertadores, instancia en la que se medirá ante Palmeiras.
A juzgar por lo realizado tanto en la Bombonera como en el Cilindro, ambos equipos respetaron excesivamente la localía. En La Ribera, el dueño de casa había mostrado una superioridad muy pronunciada, pero en Avellaneda cedió espacio y terreno ante la Academia, que en ningún momento encontró la fórmula para incomodar demasiado.
Desde la llegada de Fernando Gago, su equipo siempre se aferró al protagonismo. Sin embargo, adueñarse de la posesión y mostrar una propuesta más ambiciosa que su oponente no fue del todo favorable. ¿La razón? Escaseó la precisión en los metros finales, por lo que las chances netas de gol fueron casi nulas.
El reloj le jugó en contra al dueño de casa, que a medida que se acercaba el cierre del partido empezó a inquietarse. Diferente fue la postura de la visita, que de a poco fue entendiendo que llevar la definición a los penales podía ser favorable, especialmente por la confianza que genera su arquero.
Casualmente fue Sergio Romero el ídolo de la serie. Es que Chiquito otra vez fue gigante desde los doce pasos, ya que le contuvo las definiciones a Gonzalo Piovi y Leo Sigali (anotó Juanfer Quintero); Boca -por su parte- tuvo definición perfecta con el Changuito Zeballos, Lucas Janson, Edinson Cavani y Marcos Rojo.













