

En un escenario decadente y anacrónico, el presidente Lula recibió en Brasilia a los mandatarios de los países sudamericanos con el objetivo de relanzar la UNASUR 'nuevamente'. Lula asesorado por Celso Amorim quien parece jugar al T.E.G. moviéndolo a Lula como una ficha en el tablero de juego global o regional, creyendo que eso no tiene consecuencias y que aun vivimos en un mundo donde el crecimiento de dos dígitos de China atiborraba las arcas de los países sudamericanos gracias a la demanda y precios de las materias primas y con ello, espacios vacíos como este se llenaban con petróleo barato de Venezuela y financiamiento poco transparente del BNDES a los demás países de la región.
En un mundo donde la disputa entre EE.UU. y China crece cada vez más, donde las cadenas de valor globales luego de la pandemia viven un proceso de 'reshoring' con un México siendo el gran beneficiario de la relocalización de las inversiones globales, pretender relanzar un espacio institucional que en el pasado demostró ser un club ideológico sin logros concretos (al igual que el Prosur liderado por Bolsonaro y Macri), es básicamente un sinsentido.
El evento buscó darle un nuevo barniz de liderazgo regional a Lula, luego del fracaso en su intento por mediar en la guerra en Ucrania, recordando que el presidente Zelensky directamente no quiso reunirse con Lula en la reunión del G7 en Japón. Sin embargo, la realidad es que el gobierno de Lula no logra hacer pie en Brasil, sin haber logrado aprobar ninguna propuesta en el Congreso brasileño, debilitándolo fuertemente en el frente interno. Sin embargo, creer que esta reunión con una declaración lavada y sin una agenda concreta, puede servir para algo en termino políticos para la región o para este Lula debilitado, es puramente una fantasía del Itamaraty.
La política exterior del Siglo XXI exige a los gobernantes acciones concretas, como lo expresaron en Brasilia los presidentes de Uruguay, de Chile y la Guyana entre otros. Cabe destacar, que el presidente argentino estaba muy ocupado en el proceso de recruiting para ocupar la presidencia de la Unasur luego del 10 de diciembre. Relanzar instituciones empolvadas y llenas de moho no tiene sentido alguno para una región donde sus lideres luchan por sobrevivir políticamente. Cabe recordar que solo dentro del Mercosur tenemos una Unión Aduanera imperfecta sin coordinación económica, un acuerdo con la Unión Europea aun congelado, sin integración burocrática y lleno de espacios de diálogo sin sentido con una multiplicidad de órganos y foros sin objetivo concreto y sin agenda, para no hablar del Parlamento del Mercosur, el cual es el pináculo de la reproducción vacía de la burocracia regional.
Pero si eso no fuera poco, también tenemos la Alianza del Pacifico, sin capacidad de enforcement real de sus iniciativas, y luego la UNASUR inventada por Hugo Chávez junto a Lula hace unos 15 años para dejar a México fuera del espacio regional. Pero, además, tenemos la CELAC y podemos seguir listando espacios sin ningún objetivo claro, lleno de declaración vacías en sus anales. Pero principalmente, lo que más llama la atención, es que la región posee una institución, que sí funciona, que es la ALADI para su integración latinoamericana con décadas de existencia, la cual es capaz de reglar los acuerdos comerciales mediante los 'ACE', y tranquilamente podría ser la plataforma para acuerdos de segunda y tercera generación hacia el interior de la región. Sin embargo, esta es muchas veces olvidada a propósito por nuestros gobernantes en favor de sus propias aventuras narcisistas regionales.
Como hace ya mas de 80 años, José Ortega y Gasset pronunciaba la célebre frase "argentinos a las cosas" buscando dejar de lado rencillas y narcisismo en esa Argentina de la primera mitad del Siglo XX. Hoy la sociedad interpela los beneficios de tener política exterior como al resto de las políticas públicas actuales, y busca hechos concretos que impacten sus vidas diarias.
Si queremos cambios concretos, esto significa buscar una apertura comercial hacia adentro de Latinoamérica aprovechando y profundizando los acuerdos en el marco de la ALADI. Avanzar realmente en un proceso de facilitación de comercio entre los países de la región y con el mundo. Como ejemplo incongruente entre los discursos grandilocuentes y la realidad palpable que cualquier empresario vive, podemos tomar las dificultades que posee el comercio y los negocios entre Brasil y Argentina, donde un enmarañado impositivo y regulatorio dificulta la integración de negocios e inversiones en ambos lados de la frontera. Donde agencias reguladoras como la ANVISA y la ANMAT desconocen su documentación, donde el Brasil de Lula vuelve atrás y cierra las compras gubernamentales a empresas extranjeras, mantiene monopolios internos que hacen imposible que Brasil pueda abrirse al mundo y por ende echa por tierra todos esa patina de líder regional capaz de integrar la región.
Un relanzamiento con mucha aspiración y pocas nueces
Según lo presentado por Lula en el encuentro en Brasilia, el objetivo del relanzamiento de la Unasur era relanzar una agenda regional en base a los siguientes ejes:
- Movilizar los fondos de la CAF, Fonplata, Banco do Sul y BNDES para proyectos de desarrollo regional;
- Profundizar la identidad sudamericana también en el ámbito monetario;
- Implementar iniciativas de convergencia regulatoria, facilitando los trámites y reduciendo la burocracia para exportar e importar bienes, servicios, inversiones, comercio electrónico y política de competencia;
- Actualizar la cartera de proyectos de Cosiplan, especialmente en regiones fronterizas;
- Desarrollar acciones coordinadas para enfrentar el cambio climático;
- Reactivar el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud;
- Iniciar la discusión sobre la constitución de un mercado energético sudamericano;
- Crear un programa de movilidad regional espejado en la Unión Europea;
- Reanudar la cooperación en el campo de la defensa.
Al analizar esta agenda sobredimensionada, la pregunta que surge es: ¿qué pasos concretos los gobiernos de la región son capaces de llevar adelante?, en un contexto económico internacional de escasez de recursos, gobiernos débiles o muy débiles, con una orientación exportadora de materias primas hacia China, con desequilibrios macroeconómicos graves en algunos casos y principalmente con una población harta de la inacción que llevo a la derrota a casi todos los oficialismos en los últimos años y que no parece haber cambiado su posición frente a los nuevos oficialismos con ejemplos en Chile, Colombia, Brasil y Perú entre otros.
Un proceso de integración realista a nivel regional, con acciones concretas mínimas, es el primer paso para salir del atraso y subdesarrollo en el que vivimos. Sin embargo, si nuestros liderazgos políticos siguen anclados en ideas arcaicas, viendo fantasmas donde no existen y jugando al T.E.G como un episodio tragicómico de Seinfeld, nunca llegaremos a nada.












