Pese a que los tres candidatos con mayor chance de ganar las elecciones han prometido un acercamiento rápido con los acreedores y con la Justicia de Nueva York para reabrir el crédito internacional, no termina de resolverse uno de los interrogantes más complejos de la herencia económica que dejará Cristina Kirchner a su sucesor: cómo recuperar reservas y lograr que regresen dólares al país; o que los argentinos los saquen del colchón, si no se sincera el precio de la divisa en un mercado libre y abierto a la entrada y salida de capitales. Dicho en forma más directa: si no se levanta el cepo, ¿quién va a vender dólares en el mercado oficial a $ 9,50, si en la calle los pagan entre 14 y 16 tomando los valores actuales?.

Es verdad, como dicen los economistas gradualistas que asesoran a los candidatos, que el precio del dólar libre no es el mismo con un acuerdo externo que sin él. Y sin duda abrir el cepo de golpe puede resultar extremadamente peligroso, sobre todo si no se avanza en reformas que controlen el descalabro fiscal. Esa es la bomba de tiempo económico y financiera que dejan Cristina Kirchner y Axel Kiciloff.

Las recuperaciones económicas que conoció la Argentina a lo largo de su historia reciente siempre procedieron en virtud del regreso de los dólares de los propios argentinos (empresarios, inversores, comerciantes, profesionales) al circuito económico. Pero ese círculo virtuoso siempre necesitó que se registren al menos tres elementos cruciales que hoy no parecen tan a la vista. Primero que nada, garantizar la recomposición del poder político para el nuevo Jefe de las Casa Rosada. Tener claro quién manda, y hasta dónde el nuevo Presidente asegura poder político para llevar adelante las reformas necesarias. Segundo acordar con los acreedores para reabrir el crédito y recomponer reservas. En los 80s y 90s con el FMI, organismos y el Steering Comitee de bancos acreedores, ahora los holdouts o Fondos Buitre. Y finalmente, lo más doloroso y complejo, sincerar los precios del dólar (en castellano devaluar) y actualizar los precios de los servicios públicos (en castellano tarifazo).

Es cierto que el siglo XXI trajo para la Argentina novedades que podrían suponer que hoy las condiciones para la recuperación son menos dramáticas. Es cierto que hay un volumen de cosecha que no existía ni en los 80s ni en los 90s, y también los precios de los cereales son mejores, aún con la recaída de las commodities estos años. También el dólar se ha devaluado en el mundo y las tasas internacionales son mínimas. Y, lo más importante: los argentinos estamos llenos de dólares guardados a salvo de ser incautados por el Estado. En cuanto se den condiciones para invertir, los activos están disponibles. Probablemente este combo de circunstancias permite.

Pero también es cierto que hay un atraso cambiario fenomenal que ya superó los peores momentos de la Convertibilidad o la Tablita de Martínez de Hoz. Con una inflación piso en 30% producto de un descalabro fiscal y monetario que tampoco tiene muchos antecedentes.

No hay muchas experiencias exitosas, ni en Argentina ni en el mundo, de un programa económico gradual para resolver un déficit fiscal de 7/8% del PBI, atraso cambiario mínimo de 50% y tarifas que deberían triplicarse para terminar con los subsidios.

De todos estos temas dialogan y discuten estas horas los principales actores económicos de la Argentina. En voz alta, durante el 51º Coloquio de Idea que comenzó ayer en Mar del Plata, los más influyentes hombres de negocios hablarán de cómo generar empleo, de la necesidad de recrear los valores de la República, de la Ética empresarial y de la necesidad de que todos cumplan con la ley.

Pero en voz baja, aprovechando que hasta la Ciudad Feliz se arrimarán los principales candidatos a Presidente con sus equipos económicos, el tema obligado será la salida del cepo: qué tan de shock o cuánto de gradual. En definitiva, para generar empleo y para recuperar el país. La clave es la inversión: que regresen los dólares.

Es que en verdad la promesa de los candidatos de retomar la negociación con los acreedores es tal vez lo más sencillo de la agenda económica que viene. Sin duda puede traer complicaciones políticas, en particular a Daniel Scioli con el cristinismo de izquierda y no peronista. Pero lo difícil es administrar la devaluación y el tarifazo, de modo de no generar una crisis política y social si las variables económicas no se estabilizan.

Algunos observadores políticos ya hablan del dilema de las crisis que puede afrontar el próximo Presidente: si acelera el ajuste para reactivar la economía puede desatar una crisis política. Pero si no sincera las variables para que ingresen inversiones, tarde o temprano podría tener que afrontar una crisis económica.

Mirado desde los holdouts, según data que trajo a Mar del Plata directo desde la cumbre del FMI en Lima el economista Luis Secco (tiene el gran valor de ser hoy uno de los pocos profesionales no contaminado con aspiraciones políticas), los Fondos Buitre hoy se entusiasman con las promesas de salida gradual del cepo. "Van a necesitar mucho financiamiento para el gradualismo y eso le viene bárbaro a Paul Singer", explicaba Secco, agregando que la negociación pa ra salir del default nunca tardaría menos de tres o cuatro meses.

Aún así, la negociación con los acreedores parece el camino menos complejo para el próximo Presidente. El resto de las condiciones que siempre requirió Argentina para despegar están aún más inciertas: recomponer poder político y sincerar la devaluación.