Por costumbre cultural, la enorme mayoría de las personas que posan para una foto sonríen. Sonrieron los 20 gobernadores que el 30 de octubre, después de la victoria violeta en las urnas, fueron a Casa Rosada para juntarse con el presidente y con un jefe de gabinete y un ministro del Interior que apenas 24 horas más tarde iban a dejar sus cargos. Sonreían, de memoria. Sonreían, por cortesía. Sonreían, de nuevo, por costumbre. Pero detrás de las muecas de ocasión se esconde una lucha descarnada por recursos públicos que será el principal desafío estratégico del oficialismo en la segunda mitad del mandato de Javier Milei.

Los tiempos de la política avanzan a la velocidad de la luz en la Argentina libertaria. Guillermo Francos y Lisandro Catalán ya no están pese a haber posado para aquella instantánea federal. Ahora sus reemplazantes, Manuel Adorni y Diego Santilli, son los encargados de llevar adelante una intensa ronda de conversaciones con los mandatarios provinciales.

Juntos vieron a Martín LLaryora (Córdoba), Gustavo Sáenz (Salta), Marcelo Orrego (San Juan), Ignacio Torres (Chubut) y hasta a Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán). Un dato tragicómico: los dos peronistas fueron expulsados del grupo de WhatsApp que compartían con sus correligionarios.

Además, hubo pingponeo de agenda con Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Hugo Passalacqua (Misiones) y Gustavo Valdés (Corrientes), entre otros.

Prensa Casa Rosada

En paralelo, “El Colo” ya le dio el puntapié inicial en Entre Ríos a lo que denomina una “mini gira” por territorios aliados a LLA que incluye actividades en CABA, Neuquén, Mendoza, San Luis y Chaco.

Y hay más: en Balcarce 50 juran que “más pronto de lo que muchos sospechan” habrá un nuevo encuentro masivo con fotos y sonrisas incluídas. Falta, claro, pero ya se entusiasman con mostrar músculo político renovado. Otra vez serán excluidos Axel Kicillof y los otros tres opositores duros de Formosa, La Rioja y Tierra del Fuego, aunque en la intimidad Santilli es consciente de que no puede discriminar demasiado al bonaerense si pretende candidatearse para manejar ese distrito en 2027.

El flamante ministro, originario del PRO pero con un vínculo distante con Mauricio Macri, se tiene fe para desenredar los múltiples escollos que va a enfrentar. No pataleó por la oficina medio pelo que le tocó. Tampoco por haber cedido Deporte, Turismo y Migraciones. Y a duras penas se llevó la promesa de quedarse con el RENAPER. Voluntarioso, está convencido que su cintura política le va a dar más éxito que a su antecesor. De todos modos, Adorni y él saben que Milei puede ser implacable: pasó de llenar de piropos a Francos a no agradecerle su trabajo ni en público ni en privado. Sensibles, abstenerse.

¿De dónde sale este renovado espíritu dialoguista habilitado por el propio presidente? Los que tienen acceso a la Quinta de Olivos analizan que el movimiento muestra la elevada dosis de pragmatismo del líder argentino; al mismo tiempo, no esconden que esta actitud es precisamente la que le demandaba Donald Trump (“coalition building”, le pidió Scott Bessent a Luis “Toto” Caputo) después de demasiados meses de derrotas, tensiones y problemas internos.

Se desconoce si es lo que haría el mandatario si pudiera darle rienda suelta a sus convicciones más genuinas, pero es el movimiento político obligado para que La Libertad Avanza pueda aprobar el Presupuesto 2026 y las reformas laboral, tributaria y penal antes del 1 de marzo. La ansiedad por la letra chica de estos últimos proyectos es total.

Para semejante tarea, Santilli llega con la misión de atender los reclamos específicos de cada provincia, especialmente los vinculados a coparticipación, obra pública y fondos retenidos por la Nación. Y todo debe saldarse, atención, sin sacrificar la meta del equilibrio fiscal y el superávit financiero. “Un poco de plata tenemos. En realidad, un poquito. Y la tenemos que usar bien”, se sinceran en su despacho. Lograron también algunas “zanahorias”, como las denominan en la intimidad del poder: por ejemplo, pulir un esquema para saldar los déficits de 13 cajas jubilatorias locales.

Pero los gobernadores tienen una lista extensa para poner sobre la mesa. De hecho, en estos días circuló entre los mandatarios un borrador reservado de ocho puntos que tiene aval de los ministros de Economía de buena parte del país: además de la cuestión previsional, piden el reparto de los ATN y del Impuesto a los combustibles; la finalización de numerosas obras pendientes de ejecución; el traspaso de rutas que no hayan sido licitadas; cambiar el régimen de Responsabilidad Fiscal para permitir tomar deuda con menor discrecionalidad/demoras; la autorización de avales de créditos ante organismos internacionales; mayor flexibilidad a la hora de cerrar Convenios de Obligaciones Recíprocas para saldar así deudas mutuas; y, uno incómodo para el mundo libertario, limitar el financiamiento de ARCA al 1% del presupuesto.

Como si esto fuera poco, cada uno de los 24 distritos tiene sus propias batallas específicas. El caso del rincón más poblado del país es paradigmático. Kicillof exige un combo difícil de digerir para la Casa Rosada: la reactivación de casi mil proyectos de infraestructura paralizados y la liberación de “fondos retenidos” por un número que tiene doce ceros: casi 13 billones de pesos.

Aún con semejante panorama, Milei se siente fortalecido por las urnas, con una oposición aturdida y gobernadores forzados a acordar. Con las urgencias económicas contenidas, en la Rosada creen que se abrió una ventana breve pero decisiva. Y que deberán empujar los cambios de fondo antes de que la política vuelva a generar turbulencias.