El cisne negro de la crisis en EE.UU. se suma a la inflación y la sequía de dólares
Nuevamente las condiciones financieras internacionales se complicaron para la Argentina, en momentos en que el Gobierno debe tomar decisiones drásticas si quiere controlar en algo la escalada de los precios y la falta de dólares.
El presidente del BCRA, Miguel Pesce, no podrá disfrutar de una de las noticias que más esperaba hace tiempo: la Secretaría de Agricultura declaró la finalización del evento climático La Niña, responsable de la sequía que desangró de dólares a la economía en los últimos 32 meses.
Tarde.
Tres campañas agrícolas afectadas.
La adicción de Pesce a los pronósticos climáticos contagió desde agosto del año pasado al ministro de Economía, Sergio Massa, a la espera de que pudiera normalizarse el flujo de divisas del campo sin tener que conceder tipos de cambios especiales para poder alimentar las reservas.
Massa varias veces vaticinó el fin de la seca. Más que las que arriesgó una inflación con tres en abril.
Aunque un freno a la suba de la tasa de interés pueda beneficiar a los emergentes y la Argentina, la crisis bancaria en los EE.UU. repotenció la aversión al riesgo.
Ahora, en cambio, con el dato del IPC de febrero en la mano, Pesce y Massa se ven hoy confrontados con una decisión de peso: si vuelven a subir las tasas de interés en respuesta al repunte inflacionario.
Estacionalidad perdida
En los últimos meses, el Central prefirió no mover la tasa ya que observaba que los aumentos venían sobre todo de los productos afectados por estacionalidad.
Pero la disrupción de la carne, por la escasez en el mercado tras la liquidación de hacienda de fines del año pasado ante la imposibilidad de los productores de mantener los rodeos sin agua, pasto y el encarecimiento del alimento, se lo cobró violentamente en el IPC. Marzo no pinta mejor, ya que habrá gastos en educación y actualizaciones de precios regulados que volverán a presionar al índice.
"La disrupción de la carne, por la escasez en el mercado tras la liquidación de hacienda de fines del año pasado ante la imposibilidad de los productores de mantener los rodeos sin agua, pasto y el encarecimiento del alimento, se lo cobró violentamente en el IPC"
Así, subir la tasa para profundizar la absorción monetaria y evitar un desborde hacia el dólar, también entraña costos, como son los de una mayor emisión futura por el devengamiento de más intereses que deberá pagar el BCRA en pasivos remunerados.
Y si bien el crédito a los privados se ha reducido sustancialmente, los bancos verán encarecer los fondos para financiar el consumo.
Y encima, el contexto global.
Si la Argentina, con canje de deuda en pesos incluido vive un repunte a 2300 puntos de la tasa de riesgo país, el cimbronazo bancario del SVB y el Credit Suisse en los EE.UU. pusieron a los inversores en pausa.
La idea de que la hipotética decisión de la Fed de detener el empinamiento de la tasa de interés, para no echar más leña al fuego de un país que se debate entre inflación y pánico financiero, debería favorecer a los emergentes, no nos alcanzaría: la aversión al riesgo -que es como decir Argentina- es más fuerte.
Y en el medio la política.
Un año electoral, que acrecienta la incertidumbre de un rumbo, cuando todos los actores están mirando para lados diferentes, relegando para varios meses por delante la posibilidad de plantear estrategias serias y con consenso. La partida se dirime minuto a minuto.
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