El 24 de febrero de 2022, el gobierno de Alberto Fernández, enfrascado en la tarea de limar diferencias para sellar un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional en torno a la deuda de 44.000 millones de dólares, recibió una noticia que, con el correr de los días, le agregó un gran signo de interrogación al cumplimiento de aquel acuerdo de facilidades extendidas: el estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia. El mundo se apresta a cumplir este viernes el aniversario del inicio de un conflicto bélico que actualmente mantiene la tensión entre las mayores potencias en un punto muy alto: Rusia, que sostiene la invasión en territorio ucraniano; Estados Unidos, que apoya la defensa de su potencial aliado de la OTAN con fondos, armamento y hasta la reciente visita del presidente Joe Biden; y China que, en plena tensión diplomática con la Casa Blanca por acusaciones de espionaje, prometió ayer fortalecer su relación con el gobierno de Vladimir Putin. La guerra no solo causó miles de muertes sino que, adicionalmente, sacudió al comercio mundial. Incrementó el precio de los cultivos que exporta la Argentina, pero también el de los fertilizantes que necesita para su producción, el del costo de los fletes y, sobre todo, el de la energía que requiere para mantener la actividad, lo que arrojó una cuenta negativa de 5000 millones de dólares para el país en 2022, según indicó en más de una ocasión el ministro de Economía, Sergio Massa. Una cantidad que hoy, por ejemplo, permitiría cumplir la meta de acumulación de reservas prevista con el FMI para fin de marzo. O que serviría para cubrir las necesidades de los importadores que acumulan pedidos ante el SIRA. Hasta el momento, la Argentina logró cumplir con los objetivos pautados, lo que permitirá pasar con éxito la aprobación del directorio del Fondo y conseguir en los próximos días que se habilite el desembolso con el que afrontar pagos al propio organismo. Más aún, el gasto siguió en baja en eneropero los dólares escasean y preocupa el rojo comercial que generó la caída de exportaciones el mes pasado, tras la aceleración de ventas en diciembre por el dólar soja II. Los menores ingresos estimados por la sequía que afecta al campo (al menos u$s 10.000 millones, según la Bolsa de Cereales) complican la balanza comercial y la cuenta fiscal. Por lo que economía entiende que es hora de que los países más poderosos ofrezcan una compensación por aquella pérdida que originó el conflicto armado, asi como que el FMI acceda a una revisión de las pautas que mantenga encarrilado el acuerdo. Este es el reclamo que Massa planteará ante los ministros de Finanzas del G20 en la India y el viceministro Gabriel Rubinstein trasladará en Washington al equipo de Kristalina Georgieva cuando, precisamente, se cumpla un año de la sinrazón de la guerra.