La asunción de Javier Milei como presidente, el 10 de diciembre de 2023, pareció indicar un cambio político en la Argentina. El bipartidismo tradicional dominado durante ochenta años por el radicalismo y el peronismo entró en crisis. Comenzó a ser una posibilidad incluso su desaparición, no tanto mirando hacia el pasado, sino analizando los grandes cambios políticos y sociales que se estaban dando en el mundo occidental.
La tecnología jugó un rol decisivo en la última elección, pero esto parecía ser la manifestación de un fenómeno global más que un caso particular. Las redes sociales fueron compitiendo y limitando a los medios de comunicación tradicionales. Las personas adquirieron la posibilidad de expresarse políticamente en un ámbito público no solo sin control, sino también logrando una atención que antes no podían alcanzar.
Llegó al poder entonces un "outsider" de la política, con una personalidad vigorosa e ideas extremas y renovadoras, que logró concentrar la atención mediática global, transformándose en un centro de atención y hasta en algún caso de imitación, con símbolos como la motosierra.
Desde finales de 2021 señalaba que él representaba en Argentina lo que Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y el partido Vox en España. Parecía entonces una apuesta muy arriesgada, cuando los expresidentes Trump y Bolsonaro estaban acosados por diversas acusaciones judiciales y el partido español no era una fuerza de gravitación en la política de este país.
Pero los hechos de corrupción denunciados en agosto de 2025 ponen en cuestión que la Argentina políticamente haya cambiado o al menos hasta dónde lo ha hecho.

Milei denunció como enemigo político principal y lema electoral a la llamada "casta política". Pero la denuncia de corrupción mencionada coincide con el peor momento de su relación con el Congreso en sus veinte meses de gobierno y ha terminado gobernando con el veto como instrumento principal. Este ha empezado a fallar, al lograrse la anulación de los mismos con dos tercios de ambas Cámaras del Congreso.
Esta situación coincide con la reaparición de la tensión económica. Hace medio siglo que el dólar es la gran variable que domina la relación entre la economía y la política en Argentina y esto se ha vuelto a poner en evidencia ahora.
Indicadores como el riesgo país, el valor de los bonos y el precio de las acciones de empresas argentinas en Wall Street muestran una situación de incertidumbre, que en la Argentina se ha vivido muchas veces en el pasado, como también lo evidencian en días recientes las fluctuaciones de los valores.
A ello se agrega la elección. Como también ha sucedido muchas veces en el pasado, perder una elección en la provincia de Buenos Aires para un gobierno es un hecho de consecuencias políticas relevantes. Aunque pasó hace más de medio siglo, los gobiernos de Frondizi e Illia cayeron tras perder una elección de medio mandato en el principal distrito del país. Los hechos históricos no se repiten siempre de la misma manera, pero las referencias del pasado a veces influyen sobre el presente.
Sea cual sea el resultado electoral, no será fácil obtener la gobernabilidad para el bienio 2026-2027. Los gobernadores seguirán siendo los mismos salvo dos (Corrientes y Santiago del Estero).
En el Congreso, el oficialismo ganará posiciones, pero igualmente le costará alcanzar el tercio necesario para mantener los vetos, especialmente en el Senado. Si se impulsan proyectos para ampliar o renovar la Corte, la relación de la Casa Rosada con la Justicia no mejorará, sino todo lo contrario.
Se hace evidente una tensión social creciente que no desaparecerá de un día para el otro y que requiere un cambio profundo en las estrategias de comunicación política del Gobierno hacia una convivencia política más pacífica. Los hechos de violencia en las campañas electorales que se están viendo lo están poniendo de manifiesto.
La polarización vuelve a dominar la política argentina, como está sucediendo en muchos países del mundo. No es un problema local sino global, que requiere de cada país medidas para encauzarla. El ánimo de la sociedad juega un papel central en la gobernabilidad y la polarización no ayuda a ello.
Quizás el desafío de Milei para la segunda etapa de su gobierno sea cambiar herramientas políticas que le han dado éxito, tanto en la elección de 2023 como en su primer año y medio de gobierno.
Los políticos tienden a repetir las estrategias exitosas, pero un verdadero estadista es el que advierte cuándo es necesario cambiarlas. En la misma línea, las redes sociales sirven para ganar elecciones, pero frente a las crisis políticas hace falta otro tipo de soluciones.















