

Los candidatos son especialistas en segmentar discursos. Saben qué decir según el auditorio que tienen delante. Los únicos que tienen la capacidad de nivelar esa estrategia son los que escuchan y repreguntan. Por eso es tan relevante que casi todos los presidenciables hayan aceptado participar en la Conferencia Anual de la UIA, un evento donde el abuso de las promesas electorales puede volverse un paso en falso.
Ayer empezó Sergio Massa, quien puso sobre la mesa varias iniciativas pero solo cosechó aplausos en una: la promesa de derogar la Ley de Abastecimiento. Luego insistió sobre la necesidad de eliminar el impuesto a las Ganancias sobre el salario, medida que hoy es el eje de un extendido reclamo gremial. Mauricio Macri ha hecho pronunciamientos similares, a los que le sumó propuestas con costo fiscal, como la eliminación gradual de las retenciones. En el espacio Unen no hay mucha distancia sobre estas ideas y Daniel Scioli sigue evitando definiciones contundentes.
Las consignas fragmentan el mensaje, y el marketing político desaconseja hablar de temas espinosos, como definir quiénes deberán ajustarse el cinturón para financiar las rebajas de impuestos prometidas. Los hombres de la UIA deberán decidir si usan o no el poder de la repregunta.














