Sostener el cepo, otra señal complicada para Alberto

Como viene ocurriendo hace ya varios años en la Argentina económica, las opiniones y proyecciones sobre el futuro se dividen entre los más pesimistas y los menos pesimistas. Optimistas, por el momento, son los menos.

El temor más grande entre los pesimistas, quienes entre ellos se consideran realistas, es que finalmente el Presidente electo Alberto Fernández no logre estabilizar la situación económica, no pueda evitar el default y se embarque en una dura contienda contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los acreedores, se espiralice peligrosamente la inflación y la crisis social, y todo termine radicalizándose con la ex presidenta Cristina Kirchner y La Cámpora a la cabeza.

Argumentan que la administración de Mauricio Macri deja un plan 'bomba' recargado que le va a explotar a Alberto igual como a él le explotó el plan bomba que dejó Cristina en 2015, focalizando el problema en la indexación del gasto social política y jurídicamente intocable, más los subsidios crecientes a energía y transporte, los intereses de la deuda, y los vencimientos de capital de deuda en pesos que no se pueden refinanciar porque ya nadie presta al Estado, ni siquiera en pesos. La súper emisión, a la que se deben sumar unos $ 200 o $ 300 mil millones más para pagar sueldos y aguinaldos en diciembre, más otro tanto para la deuda a proveedores que deje la Nación, provincias y municipios.

En una economía sin crédito, en el borde del default y con la demanda de dinero en el mínimo histórico, un tsunami de pesos por emisión monetaria sin respaldo luce muy peligroso. Y precisamente en este punto se dividen las opiniones. Los menos pesimistas apuntan, justamente, a que toda la cátedra económica de izquierda a derecha, de Daniel Artana a Roberto Feletti, coinciden en que hay que ser cuidadosos con la emisión.

Es tal la desconfianza en el peso y la corrida al dólar o a los bienes, que difícilmente la Argentina vuelva a cometer los errores de fin de los ´80, cuando se llenaban los camiones de caudales con australes frescos de la Casa de Moneda, se distribuía a los bancos y se financiaba así la hiperinflación.

Si Argentina logra acordar con bancos y fondos de inversión, es difícil que el FMI se oponga a reperfilar los pagos de Argentina que vencen en 2020 y 2021

El economista Rodolfo Santángelo, por caso, explicaba el fin de semana que todo el mundo sabía que diciembre terminaba con 0,8% de déficit operativo como mínimo. Con lo cual la emisión para el pago de los sueldos y aguinaldos ya estaba descontada.

Otros economistas opinan que por la deuda a proveedores habrá seguramente un menú de bonos para no emitir, del mismo modo en que la mayoría opina que las letras en pesos re perfiladas seguirán re perfilándose para evitar echarle nafta al fuego, en tanto no se resuelva el problema principal que naturalmente es la renegociación de la deuda.

Aquí los menos pesimistas apuntan que el caso no debería resultar una guerra como en 2002/2007. La baja de tasas a mínimos inferiores a 2% a 10 años y aún más, la perspectiva de tasas neutras o negativas en el mundo desarrollado debería ayudar a negociar más fácil una quita en el cupón de intereses de la Argentina que se ubica a 8%.

Hay varias ofertas de bancos de inversión a economistas ligados al presidente electo que ofrecen cerrar con un canje de nuevos bonos argentinos a 10 años de plazo, con un cupón de intereses al 6%. Algunas ya están en poder de Martín Redrado o Guillermo Nielsen.

Un elemento no menor y decisivo es el FMI. Si Argentina logra acordar con los bancos y los fondos de inversión, es difícil que el Fondo se oponga a reperfilar los pagos de Argentina que vencen en 2020 y 2021. En más de 30 años de seguir al mundo financiero local e internacional, nunca vi al FMI trabando un acuerdo que promueven los bancos.

Entre los menos pesimistas aparece también la esperanza de que se recomponga un poco la demanda de pesos y eso permita una emisión que aceite un poco el consumo. Podría ocurrir siempre que se verifique a la vez un Alberto negociando con el FMI y los acreedores, sin congelar naftas y tarifas, aunque seguirán pesificadas (ya las pesificó la gestión Macri vale recordar), y dominando el reclamo de los gremios con un acuerdo que ponga techo a la inflación de 2020.

Es llamativo que el único acuerdo entre el presidente saliente y el entrante fue reponer el cepo extremo, casi peor que el que regía con Cristina

La transición económica, fuera de las especulaciones y expresiones de deseo, empezó con señales duales y ambiguas. Muy positivo el diálogo entre los Presidentes y un alivio el reparto de poder más equilibrado que surgió de las urnas el 27 de octubre.

Pero resulta llamativo que el único acuerdo entre el presidente saliente y el entrante fue reponer el cepo extremo, casi peor que el que regía en el segundo y olvidable mandato de Cristina Kirchner. Se comprende la necesidad del control de cambios y el resguardo de las reservas, y es muy positivo, tal vez lo único en el disgusto económico de estos tiempos, que también sea un acuerdo respetar los depósitos en dólares de la gente. Por eso no se pueden perder más reservas. "Los depósitos en dólares son de la gente, son propiedad privada, intocables", dijo Alberto Fernández. Histórico, ni Mauricio Macri en 4 años de Gobierno, creo, se animó a decir esas palabras: propiedad privada.

Pero el control de cambios y cuidar las reservas no tiene nada que ver con el cepo, que es una decisión política de no legalizar el precio del dólar en los mercados libres sin intervención del Gobierno, para no blanquear un precio real de la divisa que acelere las expectativas inflacionarias. Argumento ridículo si los hay, por cuanto todos los precios, salvo los que acceden al dólar oficial (exportadores y algunos importadores), están ya hoy colocados al dólar de 65 o 70 pesos.

Hubiera sido mucho más digno, en lugar de volver al Cepo de Cristina, acordar un desdoblamiento cambiario, con dólar comercial para comercio exterior y dólar financiero para turismo y atesoramiento, que incluso ayudaría a que el dólar baje por mayor oferta en el mercado libre, tal como se observa estos días en el 'blue' y el Contado con Liquidación.

Sostener el cepo es una antigüedad. Debería darles vergüenza imponerlo sin necesidad, al menos al presidente Macri y sus funcionarios. Y representa una nueva señal complicada para Alberto. ¿Su debut económico será con el cepo de Cristina? Debería preguntarle el presidente electo a su compañera de fórmula qué le pasó a ella y a la economía cuando estableció el cepo. La economía se paralizó y cayó mucho más. Y Cristina, por el cepo, perdió tres elecciones seguidas.

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