Otro Guzmán: promete buena letra con déficit y FMI

Mientras se define la dramática elección presidencial en los Estados Unidos; en la Argentina el mundo económico se pregunta en estas horas si el giro más pragmático y capitalista que parece ahora liderar el ministro Martín Guzmán para contener la peligrosa corrida al dólar, tiene verdaderas chances de concretarse en medio de la crisis socioeconómica que golpea a la sociedad y que genera cada vez mayores tensiones políticas en la coalición de Gobierno.

En los términos que lo suele plantear el jefe del Palacio de Hacienda, ahora se discute sobre la sustentabilidad política del nuevo Guzmán. Y también sobre sus verdaderas convicciones, de la escuela progresista de Columbia a la conservadora de Chicago, con demasiada velocidad.

Goles son amores en cualquier caso, y para todo ministro de Economía poder frenar una peligrosa corrida cambiaria que parecía desbocada hace semanas es motivo de celebración. Es cierto que la hemorragia se detuvo con herramientas muy polémicas, el festival de bonos indexados, que podrían agravar la situación en el futuro si no se logra evitar finalmente una fuerte devaluación. En lo inmediato, aquietar la escalada del dólar y mostrar que también se puede perder dolarizando carteras a cualquier precio es relevante porque detiene la salida de depósitos y aminora la caída de reservas.

Los mercados locales efectivamente se calmaron gracias a la combinación de una fuerte artillería financiera para permitir a los inversores otras opciones además del dólar para cubrirse de la devaluación, con la promesa de una mayor austeridad fiscal para llegar a un acuerdo con FMI que hasta podría aportar fondos frescos y de emergencia para las reservas.

Como viene ocurriendo desde que Mauricio Macri perdió las primarias en agosto de 2019, el dólar en los mercados libres y legales va escalando para buscar equilibrios inestables según el combo político y macro económico de cada momento. Fue subiendo y fluctuando primero entre 60 y 80 pesos, luego entre 80 y 100, más adelante 100 a 120 cuando se demoraba el acuerdo de la deuda y aparecían las primeras ideas locas como Vicentin y comenzaba la pandemia; finalmente trepando hasta superar 180 con el desmadre de la súper emisión monetaria para cubrir el déficit potenciado por los efectos del coronavirus y las cuarentenas.

Parecería que el nuevo equilibrio inestable para el dólar se acomodó entre $ 140/150 y $ 160/170. Esperando a ver qué pasa, cómo sigue la toma de decisiones y hacia qué dirección en el Gobierno. 

Juega mucho también estas horas la incertidumbre política que pueda profundizarse en Estados Unidos si la elección presidencial no define rápidamente un ganador, aunque Wall Street voló lunes y martes, como si supieran el resultado por anticipado. Solo cabe esperar que a los lobos de Wall Street no les pase lo que a sus colegas locales que se jugaron hasta los muebles a favor del triunfo de Macri en la semana previa a las fatídicas PASO para el expresidente de la Nación.

La agenda local que observarán los inversores ahora con el dólar quieto no es menos incierta que la internacional. ¿Realmente el ministro Guzmán está en condiciones de cumplir tantas promesas de renovada austeridad fiscal? ¿Aceptarán los jefes políticos de la coalición gobernante un ajuste de tarifas, jubilaciones y obra pública en el año electoral? Esta pregunta cabe sobre todo para la provincia de Buenos Aires y el Conurbano. El jefe político de La Cámpora, Máximo Kirchner, se negó a defender el Presupuesto del ministro Guzmán en el Congreso. Considera que es muy amarrete y no está dispuesto a bajar su iniciativa del impuesto a los ricos.

¿Qué pasará en el terreno institucional? ¿Seguirá el Gobierno amparando dirigentes de su propio espacio político que promueven la toma y ocupación ilegal de campos y terrenos? El reciente empate judicial entre Cristina ya la Corte por los jueces trasladados, ¿supone mayor independencia o consolida una Justicia afín al poder político dominante? Son algunos de los interrogantes que seguirán presentes en el ánimo de los hombres de negocios.

Porque el problema de fondo sigue intacto. La emisión de pesos y la inexorable devaluación de la moneda, de una u otra manera va a seguir. Porque el déficit es muy difícil que se logre contener. Ni siquiera se sabe aún cuántos más subsidios, IFE y ATP habrá que seguir concediendo. Por eso el nuevo equilibrio del dólar sigue siendo muy inestable. Con una chance abierta ahora para intentar evitar el colapso.

Mientras tanto, resulta conveniente recordar lo que el propio creador del peronismo recomendaba: "Mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar".

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